Festival de jazz de Madrid: Estreno mundial en vivo de “Elipsis”, el proyecto de Michael League, Pedrito Martínez y Antonio Sánchez.

Texto y fotos: Daniel Glückmann

@gluckjazz

Un estreno mundial es siempre algo especial. Por eso, encontrarme el Teatro Pavón con media entrada un viernes por la noche fue una sorpresa. Quizás pudo contribuir que era prácticamente la primera vez que estos músicos tocaban juntos en un escenario, salvo una jam de hace años…pero qué músicos!

El contrabajista, guitarrista y compositor californiano Michael League (40), que vive en Barcelona, es el líder de Snarky Puppy, una banda que sigue aportado una enorme vitalidad al mundo del jazz, consiguiendo atraer a un público súper joven a los escenarios de, literalmente, todo el mundo. Su productora GroundUP es la que produce Elipsis.

Pedrito Martínez (51), conguero, cantante, compositor y también sacerdote de la santería, es uno de esos genios que la música cubana ofrece al mundo regularmente. Nacido en La Habana, pero basado en Nueva York, lidera su propia banda “The Pedrito Martínez Group” y desde que su carrera comenzó a los once años, ha estado en el núcleo de la música afro-cubana junto a todos los grandes músicos de ese mundo maravilloso. Quincy Jones, recientemente fallecido, fue también su productor.

El tercero es el mexicano Antonio Sánchez (53), ganador de cuatro Grammys y uno de los bateristas más influyentes y versátiles del mundo. Colaborador de Pat Metheny durante años, es compositor, arreglista y líder de proyectos como Shift, su último álbum. Se ha caracterizado también por su compromiso con la difícil situación que atraviesa la inmigración en los Estados Unidos.

“Pedrito, Antonio y yo montamos el proyecto en 2018 porque éramos amigos en Nueva York cuando todo el mundo estaba viviendo allá. Hicimos un concierto en trío en el North Sea Jazz de Rotterdam pero sin canciones, casi todo improvisado. Yo soy súper fan de la música cubana, sobre todo de la rumba. Voy a Matanzas (la capital cubana de la rumba) casi cada año y quería hacer algo alrededor de Pedro, de su voz, de los ritmos cubanos, y, claro, del canto yoruba” (la lengua originaria de Nigeria que inspira la rumba cubana y la santería), nos cuenta Michael League al terminar el concierto en perfecto castellano.

El disco se grabó en remoto durante la pandemia con mil overlaps de estudio pero para lanzarlo necesitaban una versión en directo. “Entonces fue que llamamos a Glenda Del E. Ella es cubana, entiende la tradición y como toca los teclados en la banda de Alejandro Sanz tiene los dos cerebros”, remata League.

El concierto constó de sólo seis temas (“Tarpon”, “Caminando”, “Suuru”, “Mi tambor”, “Variant” y “Obbakoso”) y he aquí la primera característica especial del álbum: temas largos, sobre todo “Suruu”, con espacio para que pasen muchas cosas que, indefectiblemente, nos llevan a la inmersión en las historias que asoman a cada giro de la canción.

Otra cosa que lo hizo especial es la variedad de instrumentos sobre el escenario. Michael League llevó un bajo Höfner como el de Paul McCartney, una guitarra barítona sin trastes (pocas hay como esa) y otra montada sobre una caja con carcoma. Todo ello se intercambiaba varias veces durante los temas. Mientras, Pedrito Martínez alternaba sus cuatro congas LP con los tambores batá, tres cascos de doble parche que están “atados” y que son característicos de la rumba y la música yoruba.

También muy especial la voz de Pedrito que resonaba, casi siempre junto a la gran sonrisa del cantante y su sutileza a las congas, enhebrando el hilo de la canción con la aportación, melódica de la batería de Antonio Sánchez.

A Glenda Del E se la veía feliz de dar estructura al grupo y de tocar junto a estos “monstruos”. Por lo que pudimos escuchar, también se ocupó de organizar el “post para unos veinte” en un local de Madrid.

La sala disfrutó a tope de la música pero es cierto que se notó un poco la falta de calor que da un teatro sólo semilleno para la ocasión.

Mientras recogían el escenario y charlábamos con Michael, aparece fugazmente Pedrito que no se corta: “Pero si tienes la misma cámara y el mismo 80-200/ 2.8 que yo. Son una pasada”, agrega en la jerga de los fotógrafos mientras desaparece detrás del escenario. Más tarde posaría con su estupenda sonrisa en un rincón del teatro antes de salir para el plan que había preparado Glenda y de su siguiente concierto de la gira, esta vez en el Festival de Jazz de Barcelona.

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