Texto: Rosa García / Fotografías: Cortesía FIAS
Como os adelantábamos el pasado sábado 18 en la entrevista que publicamos ese mismo día, el pianista cubano Pepe Rivero presentó, el pasado domingo 21 en el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial, su homenaje a la obra del compositor Ernesto Lecuona. Lo acompañaron en el escenario Román Filiú (saxo y flauta), Georvis Pico (batería), Javier Colina (contrabajo) y Alfredo Chacón (vibráfono).
Ernesto Lecuona fue un compositor y pianista cubano, hijo de padre canario, considerado un niño prodigio y uno de los mejores compositores del siglo pasado. Desarrolló parte de su carrera en Nueva York y se formó con Maurice Ravel. Cultivó casi todos los géneros posibles, “cultos” y populares, combinando elementos de ambos mundos musicales en su personal lenguaje artístico.
El repertorio escogido, nos revelaba Pepe Rivero durante la entrevista, estaba integrado por los diferentes estilos que habitan Lecuona. Así, nos encontramos con piezas de carácter más folklórico, cubano o africano, otras con sonido español y una última parte integrada por su vertiente más popular. En estos arreglos, los músicos hicieron uso de distintas sonoridades y recursos a lo largo de la noche, para aportar texturas diferentes. De esta forma, el percusionista Alfredo Chacón oscilaba entre el vibráfono y las congas según el tema requiriese, y lo mismo hacía Román Filiú con el saxo y la flauta. La batería, el contrabajo y el sonido del piano de Pepe Rivero, aportaban una base sólida, y los arreglos acercaban a un público más moderno la obra de Lecuona.
“San Francisco el Grande” fue la pieza que abrió el concierto. Una fantasía para piano dedicada a la Real Basílica de la capital, que cuenta con muchas secciones de una gran riqueza melódica, y en este arreglo, se desarrolla sobre un ostinato en el registro grave del piano. Es una composición con un carácter notablemente español, reflejando el monumento madrileño que le da nombre. La sonoridad del vibráfono aportó un brillo ciertamente interesante al entramado de la obra. El músico interpretó el güiro en el siguiente tema, “A la Antigua & La Cardenense”, que tuvo un aire más cubano, y donde los detalles que rellenaban los silencios de la obra, de Georvis Pico, quedaron perfectamente empastados.
Continuaron con “Danza Negra & Danza de los Ñáñigos”, un dúo de Pepe Rivero y Román Filiú. Una pieza rítmica y con aire de danza popular, pentatónica, que transformaron, en un momento determinado, en un tema que parecía del repertorio habitual de jazz con el solo frenético de Filiú y las armonías complejas de Pepe Rivero. En un “desarreglo” inusual, como explicó el líder de la formación, se interpretó, a piano solo, “Dos Córdoba”, una nueva pieza que integra la “Córdoba” de Isaac Albéniz y la de Lecuona, en una especie de ejercicio por encontrar las influencias del compositor cubano. Haciendo uso de su despliegue técnico y de su sensibilidad, el pianista consiguió que el público aplaudiera entusiasmado tras su ejecución.
“Siempre en mi corazón”, a trío de piano, funcionó como una balada con cierta estética bebop, que nos recordó a algunas de las canciones más emotivas de Bud Powell. Se interpretó, de hecho, sin improvisaciones, “porque con la melodía ya basta”, nos decía Rivero. En su particular homenaje a Lecuona, el pianista decidió unir la música de los dos hermanos, Ernesto y Ernestina, también compositora, con una versión de “Junto al Río” y “Como Arrullo de Palma”, creando una inevitable reminiscencia al sonido de Benny Moré. Una pieza de conocida fama, “Siboney”, fue capaz de elevar la atmósfera del auditorio con un arreglo bailable y las improvisaciones de los músicos, en especial, la de Filiú con la flauta, sobre la pulsación rítmica de los dos percusionistas, con un interesante desarrollo motívico. La textura de la melodía fue inmejorable; la flauta destacaba determinadas notas del piano, provocando un efecto orquestal con los pocos elementos con los que se disponía.
“Ante el Escorial”, la pieza homenaje de Lecuona que “refleja la admiración del músico cubano ante la grandeza y contemplación de ese monumento”, el Monasterio de El Escorial, se sucedió como un arreglo interesante, sobre todo, por la armonización de las melodías. La improvisación del vibrafonista, Chacón, fue aventurada armónicamente y estuvo plagada de ideas. En cuanto a Colina y Rivero parecían tener una conversación musical en sus disquisiciones. La canción “Malagueña”, enérgica y con introducción de Rivero, y “Pa’ vigo me voy”, en homenaje a los Lecuona Cuban Boys, despidieron la velada. Sin embargo, los músicos decidieron ofrecer un bis a un público exhausto de aplaudir, con una de las piezas que Pepe Rivero grabó en su último trabajo discográfico Tumbao en Madrid, un proyecto con los pianistas Iván Melón Lewis, Javier Massó y Luis Guerra.
Pepe Rivero y su quinteto presentaran este homenaje a Ernesto Lecuona hoy jueves 25 de febrero a las 19h00 en los Teatros del Canal
Puedes consultar la programación completa del FIAS 2021 en este enlace