Recuperamos, desde el primer número de Más Jazz, publicado en 1998, este interesante artículo de Pedro Calvo sobre el recorrido común de estos grandes géneros.
Por Pedro Calvo
El Celtiberia Show de nuestras patrias ediciones discográficas nos ofrece esta perla teórico-literaria: ‘El mundialmente famoso Tino Contreras, rey del jazz, figura cumbre en su género, abre para los adoradores de este ritmo, una nueva faceta de gran resonancia internacional al incorporar a su amplio repertorio la modalidad de Jazz Flamenco, convirtiendo lo más florido de nuestro folklore andaluz en éxitos del ritmo’.
Este fosforescente texto se encontraba estampado en la contraportada de un disco del ínclito Tino Contreras, editado en nuestro país en 1966, un año antes de que Pedro Iturralde grabara en compañía de Paco de Lucía la obra titulada Flamenco Jazz.
Así pues, la primera noticia que tenemos sobre el jazz y el flamenco convertidos en pareja de hecho en el interior de nuestro territorio nacional, resulta ser bastante fraudulenta y despatarrante. Menos mal que, con una bola muy distinta y, sobre todo, más sincera y de más calidad a la del disparate del señor Contreras, lturralde y el maestro de Lucía, se aprestaron a defender una causa que treinta años más tarde se encuentra en pleno florecimiento.
El desencuentro entre el flamenco y el jazz ha sido largo y raro. A lo largo de todo este siglo la gran mayoría de primeras figuras del flamenco -tanto del baile como del cante y del toque han tenido un lugar de privilegio en los escenarios estadounidenses, pero sólo al final de la década de los cincuenta el Jazz salió al encuentro del flamenco.
Fue una experiencia unidireccional, una aventura encabezada por Miles Davis y Gil Evans en el álbum Sketches of Spain. Gil Evans -un enamorado convencido del flamenco en particular y de la música española en general- le sirvió a Miles de “cicerone” y le puso en bandeja unos arreglos exquisitos e insuperables. Fue una conquista más profunda de lo que aparentemente cabría sospechar, pues, efectivamente, el tema titulado Soleá es una soleá flamenca con todas las de la ley.
Otros grandes jazzistas tentados por la pasión flamenca fueron Lionel Hampton, Charles Mingus y, muy especialmente, John Coltrane en su disco Olé, la fabulosa recreación que hace del popular Vito, Vito. A estos jazzistas de pro habría que añadir quienes se han desecho en elogios acerca de la cultura flamenca, como puedan ser Chick Corea o Cecil Taylor. Sobre Corea cabe recoger la apreciación rotunda que Paco de Lucía hace de su obra: ‘Chick Corea es quien realmente ha revolucionado el flamenco’.
La revolución de Paco de Lucía
Muchos años habrían de pasar hasta que Paco de Lucía introduce en el flamenco su personal y triunfal concepto de grupo con la aparición de su septeto. Jorge Pardo, Caries Benavent y Rubem Dantas venían del grupo Dolores, y fueron los instrumentistas elegidos por Paco para dotar a su inspiración y su sentir flamencos de unos colores y calores nuevos. Esos tres músicos venían del jazz pero rápidamente encontraron en el flamenco un territorio propio. Con las técnicas de la improvisación jazzística, Jorge puso manos a la obra de crear un lenguaje flamenco con los saxos y la flauta. Caries convirtió el manejo del alzapúa, en el bajo eléctrico, en parte sustancial del compás de hoy día. Y Rubem, sentado en su modificado cajón peruano, renovó la percusión flamenca con una fortuna que hoy es pesadilla principal de los adalides de la ortodoxia “flamencólica”.
Una generación nueva de músicos está bebiendo de esa experiencia.
Por estar en esta urbe justo en el momento de poner las calles, citaremos algunas palabras de Jorge Pardo, cuya particular discografía es expresión poderosa de la fertilidad entre flamenco y jazz, corno queda testimoniado especialmente en su último trabajo de inspiración minimalista 2332. ‘Cuando toco flamenco, aprieto más el culo. Lo que les atrae a los músicos de jazz del flamenco son dos cosas: que es una música modal, aunque últimamente le hemos añadido mucha armonía, y también lo que es el jazz en su génesis; por otro lado, está el aspecto rítmico, que es cautivador para cualquier músico. ¡Que el jazz, una de las músicas más poderosas rítmicamente de este siglo, se asombre de que el flamenco es hasta más poderoso…! Lo he comprobado en las experiencias con Jazzpaña. Hay que ver las caras del batería Peter Erskine y del director de la big band, Vince Mendoza, cuando ocurren cosas en el mismo escenario que no comprenden, gente que ha que tocado con los mejores del mundo se queda fuera de compás y con la boca abierta. A los flamencos lo que les arrebata del jazz es, precisamente, ese sentimiento de libertad’.
Una generación mestiza
Sobre la tremenda generación mestiza, Chano Domínguez se expresa así: ‘Hay un entendimiento entre los músicos fácil y bueno. Toco con Javier Colina, con Tino Di Geraldo, con Jorge Pardo y Caries Benavent, y formamos un grupo de gente afín. todos entendemos el lenguaje musical de los dos sitios. Somos un movimiento que espero vaya a más. El que haya existido Paco de Lucía, que exista, es de lo mejor que le ha podido pasar al flamenco. Abrió la puerta hace ya muchos años con el álbum Sólo quiero caminar, una obra muy importante en la historia del flamenco, que pone pautas de antes y después. A partir de ahí, mucha gente empezó a ver un camino, a caminar’.
No faltan las opiniones encontradas a la hora de valorar la justeza del envite. ‘No voy a contar mis penas -prosigue Chano Domínguez, compositor e intérprete especialmente prolífico, cuya última doble entrega, Piano solo, está especialmente calentita- pero sé que no es fácil tirar para adelante con esto, que no es nada comercial. Te encuentras pegas para todo. Es difícil encontrar una continuidad en el trabajo de manera ordenada. La mayoría de los músicos de este país vamos desperdigados. Además, no saben dónde poner nuestros discos en las tiendas, ¿en jazz o en flamenco? Habrá que hacer un “están” para este tipo de música, que cada vez hay más grupos. Sin embargo, la gente aporta. Se emiten todo tipo de opiniones, pero la gente que me interesa, cuando les mostré el primero de mis trabajos, creía que me iban a crucificar los de un lado y los del otro, y fue todo lo contrario. Estoy tocando el piano por bulerías, pero ahora con acordes del jazz. Y al final los flamencos cercanos y los del jazz se quedan encantados. El camino es correcto, merece la pena’.
España, país en el que se inventa un problema para cada solución, no podía dejar de emitir el prejuicio de que estos acercamientos entre el jazz y el flamenco tienen su origen en el gato encerrado de la comercialidad. Javier Colina asegura lo siguiente: ‘No sacamos mucho dinero con esta propuesta, pero tiene sentido comercial. Observo, en los conciertos, que dentro de que hacemos una música que no es de mayorías, sí que es cierto que a la gente le atrae muchísimo. En los festivales de jazz a los que hemos ido, realmente ha gustado mucho. Si eso es comercialidad, pues sí… Es más comercial que otros tipos de música. Tiene una ventaja y un peligro. La iniciativa personal de cada uno está en cómo usar cada cosa. Siempre que se mantenga la honradez personal o las intenciones perversas de cada uno, puedes usar ese poderío como te parezca’.
Chano Domínguez ofrece su cuarto a espadas: ‘No pienso si estoy tocando flamenco o jazz. Las cosas salen así, naturales, según con quién estés. Soy un tío muy visceral. La bulería me hace levantarme y bailar, más que cualquier otra cosa. Hago cosas que no están enclavadas en un estilo, porque el personal se descontrola y eso es lo que más me gusta. En Berlín o en Pekín, el público, si le tocas con compases flamencos, se pone como loco. La fiesta se nota en el ambiente. Con la crítica es diferente. Dice Tomatito que le han puesto pegas incluso por llevar palmeros. Vamos a tener que hacer un antimanifiesto de la pureza, porque las palmas son lo primero’.
Y para palmas, las del público. ¿Qué opina Chano de esa gente que, entre copa y copa, celebra estos acontecimientos? ‘Me parece absurdo criticar cualquier tipo de experiencia. ¿Por qué no se va a poder tocar una bulería con una kalimba, con un sitar…? Hace cien años era imposible porque no había comunicación. Pero hoy en día las culturas cruzan desde todos los lados a todos los lados. El que quiera cerrarse se va a quedar solo. Lo desfavorable para nosotros, más que las críticas adversas, es que no aparezca nada en los periódicos. También, me lo decía Lou Bennet, que en paz descanse, que el único público malo que hay es el que se queda en su casa, no el que la gente meta bulla con la charla y las copas mientras tocas’.
¡Joder, la trompeta!
Esta generación es consciente y responsable de estar creando escuela. ‘Cuando le preguntan a Paco de Lucía -comenta Jorge Pardo- por qué ha formado el sexteto con esos instrumentos, contesta que si Jorge Pardo, por ejemplo, hubiera tocado la trompeta, ahora todo el mundo diría: ¡Joder, la trompeta, qué instrumento más flamenco! Por eso, tengo unas miras amplias y no pienso que haya un instrumento más flamenco que otro. Depende de quién lo toque’.
El piano flamenco, antes de Chano, están los nombres de Arturo Pavón y José Romero. Recientemente habría que incorporar a Dorantes, sobrino de Juan Peña “El Lebrijano”. Sobre la posible -ya innegable- huella que Chano pueda dejar, el pianista gaditano opina: ‘No me considero responsable del auge del piano en el flamenco, pero me doy cuenta de una cosa: cada año hay más pianistas que tocan flamenco. Lo veo en los cursos que doy en el Taller de Músicos de Barcelona. Sobre todo gente joven, en todas partes, vienen gitanitos con sus padres, locos por enseñarme una falseta que han hecho por tangos o bulerías. Yo, para adquirir lenguaje musical, me he fijado mucho en la guitarra flamenca y en los solos de jazz. Pero después tienes que hacer tú algo con todo eso. Ahora huyo de imitar’.
El balance general de lo que pude significar este movimiento lo proporciona Javier Colina. ‘La propuesta que hacemos con Chano y los demás es muy interesante. Juntar gente que tenga experiencia en el jazz y en el flamenco nos ha servido de nexo común para elaborar, para extrapolar del jazz y del flamenco cosas para hacer un territorio común. Lo importante son los enfoques’. Como decía Paco de Lucía: ‘Se juntan los músicos, no las músicas. Hay una gente que hemos vivido unas experiencias más o menos parecidas. Queremos que el flamenco tenga esa parte de libertad que tiene el jazz, dentro de uno cánones, acotando un poco el territorio para que no se nos escape de las manos. Del jazz se puede extrapolar la novedad y el refresco de cada día, la improvisación’.