Texto: Jacobo Rivero / Fotografías: Iñigo de Amescua
El pasado domingo 20 de marzo, Immanuel Wilkins desembarcó en Madrid con su banda. Había ganas de concierto internacional y el espectáculo no defraudó. Wilkins se marcó un conciertazo prepandémico que recordó a esos tiempos en los que parecía que el viento del jazz soplaba de cara en la ciudad, anterior a la hecatombe de salas cerradas y festivales limitados. Durante alrededor de una hora y media Wilkins con su saxo; Tyrone Allen al contrabajo; Micah Thomas encapuchado al piano; y Kweku Sumbry a la batería, embelesaron al personal con un despliegue musical de altísima calidad para presentar su último trabajo: The 7th Hand. A pesar de la hora elegida, las 18:30, el trajín de camareros de un club que se merece un monumento señalaba que la gente estaba animada. Por el Café Berlín se paseó buena parte de la escena jazzística madrileña: programadores de salas, periodistas de trinchera, músicos asiduos a distintas jams y aficionados con y sin caché de edades variopintas.
Tras el éxito cosechado con Omega, elegido por The New York Times como mejor álbum de jazz 2020, The 7th Hand, segundo disco del artista de Filadelfia instalado en Brooklyn que firma con el sello Blue Note, está cargado de esencias espirituales. Un trabajo con aires coltranianos y ecos de liberación que prendió en la sala. Wilkins, que tiene 24 años, emula en actitud y profundidad a los grandes músicos de la historia del jazz y su recorrido artístico puede ser tremendo. Por si fuera poco, la banda estuvo majestuosa y Kweku Sumbry se marcó un prolongado solo de batería que enganchó para la causa general del concierto a todas las personas presentes en los primeros compases.
En total fue más de hora y media de concierto, en una cápsula del tiempo que por momentos parecía levitar con la música de Wilkins y en la que un anónimo y estridente grito de “¡loco!” desde el fondo de la sala en el tramo final sugería que alguien estaba perdiendo la cordura escuchando una música con un alto grado de calidad, que enajenaba cualquier cerebro melifluo. Immanuel Wilkins conquistó Madrid un 20 de marzo de 2022 en el Café Berlín y la ciudad no lo va a olvidar nunca. Esperemos que vuelva pronto.