Por Miguel Valenciano.
El músico y productor gaditano, Javi Ruibal, presenta su primer trabajo como líder Solo un Mundo (Lo Suyo 2019), distribuido por Karonte. A pesar de su juventud, lleva casi 2 décadas acompañando con su arte percusiva a músicos del ámbito del flamenco, el jazz, el pop e incluso la psicodelia; entre ellos, Javier Ruibal, su padre y mentor, un autor único y referente en la historia de la música española, o Glazz, trío de jazz psicodélico que nuestro protagonista ha codirigido durante la última década.
A pesar de tu juventud, y de llevar casi 20 años trabajando junto a grandes artistas, como músico y productor, ¿cómo encara uno la escritura y producción de material propio para un disco de debut?
Por una parte, con temor, y por otra, con mucha ilusión, la verdad. Lo he disfrutado mucho, he tenido la suerte de grabar el disco con la ayuda de Jose Recacha y eso lo ha convertido en una mezcla de trabajo y aprendizaje. Él me ha hecho sentir tranquilo y confiar, en todo momento, en que llegaríamos a unos resultados de los que estar orgullosos. Además de esto, para ahuyentar aún más a los fantasmas del qué dirán, me he rodeado de artistas de talla galáctica, eso siempre ayuda.
¿Quienes son esos “Galácticos”?
Pues en esta entrevista me voy a dar el gusto de decirlos a todos: Dorantes, Javier y Lucía Ruibal, Francis Posé, Daniel Amat, Jose Recacha, Munir Hossn, Diego Villegas, Nestor del Prado, Daniel Escortell, Javier Prieto, Papa Diga Boubacar, Manuel Ballena, Javier Jimeno y Alejandro Tamayo.
El disco recorre una serie de paisajes sonoros, inspirados en entornos naturales protegidos a lo largo y ancho del planeta. ¿El concepto fue el detonante de la música, o cristalizó una vez reunida esta?
Cristalizó una vez que arranqué a grabar en el estudio. Yo siempre he sido muy ecologista y pensé que en un primer trabajo, cuanto más se refleje la personalidad de uno, mejor. Fue entonces cuando, viendo el desastroso panorama de líderes mundiales y multinacionales, tan inconscientes y temerarias con el cuidado del planeta, tomé la decisión de aprovechar el pequeño altavoz que entrevistas sobre el disco, como esta, me ofrecen, para animar una vez más a la reflexión sobre el rumbo que llevamos. Este planeta está ya muy maltrecho por la mano del humano.
Para los que conocemos tu trayectoria, escuchamos una manera muy reconocible de interpretar los conceptos rítmicos. ¿Está construido el disco desde la percusión?
Pues es un disco en el que he seguido muy diferentes técnicas de construcción. Hay piezas (más bien pasajes de algunos temas) que sí se construyen desde la percusión; otros los he escrito en mi iPad, en su gran mayoría durante viajes de avión y tren; y otros surgen del trabajo de campo en el estudio, junto a Jose Recacha, tarareando melodías o simplemente improvisando sobre una secuencia de acordes, hasta llegar a algún lugar interesante.
¿Cómo planeas llevar al directo tal amalgama de colores, instrumentos y, en definitiva, piezas?
Pues el plan es sencillo, dejar que el disco se vaya colando en las casa de la gente y, con calma y tiempo, que vaya sonando el teléfono. En esta ocasión me apetece mas recibir propuestas que pasar días enteros llamando por teléfono o mandando mails. Es un disco que creo que va a aguantar bien el paso del tiempo, y yo ahora ando muy pillado con mi padre, Dorantes y la inminente vuelta al panorama musical de Glazz.
Dado el concepto eco-consciente que verbaliza el viaje musical del álbum ¿qué mensaje te gustaría que calara en el oyente, siendo la música el vínculo, y no la palabra? ¿Cuál es tu conexión con el suelo que pisas (hablo de Cádiz, así como los diferentes países a los que tu música hace alusión)?
Pues me gusta pensar varias cosas: primero, que el disco emocionará a los oyentes, que relacionarán esa emoción y optimismo con un esperanzado mensaje de conservación de este planeta, y que sonreirán pensando que un árbol crece gracias a que compraron el disco. Esta iniciativa de plantar arboles se me ocurrió al conocer la preciosa labor que hace la Fundación Bioplanet.
En cuanto a mi conexión con la tierra que piso, cada vez es mayor. Yo soy de costa, y creo que los que hemos nacido cerca del mar somos conscientes, desde muy pequeños, de que somos precisamente eso: pequeños ante la inmensidad del océano Atlántico, en mi caso. Esa reflexión te hace amar tu lugar y respetar la naturaleza y, por extensión, nuestro planeta. En este último año, además, he practicado senderismo, voy semanalmente a comprar una cesta de verduras (sin pesticidas ni mierdas) y me he aficionado a la jardinería.
Heredar el nombre de Javier Ruibal, tu padre, un artista con una trayectoria tan sólida como respetada, ¿ha sido un problema para dar a conocer tu propio arte? ¿Cómo te ha marcado vivir la música de tan cerca, desde tan pequeño?
Para nada, al contrario.,ayuda mucho que te relacionen con él. Ten en cuenta que en los últimos diez años he sido también su productor musical, fui también su mánager, y llevo desde que tenia 18 años tocando a su lado.
A mí la música de mi padre me encanta, yo lo considero un genio, a la altura de Picasso, Lorca o Paco de Lucía, te lo digo en serio. Veremos cómo el tiempo lo confirma. Así que me ha marcado totalmente, intento aprender todo lo que puedo de él y de su maravillosa intuición y gusto por el arte y, en concreto, por la música. Esto lleva ocurriendo toda mi vida, incluso cuando era un niño y aún no me dedicaba a ella. En ese sentido me considero muy afortunado de haber asistido a reuniones musicales en la intimidad de nuestra casa, que son regalos que no todo el mundo ha tenido en su vida.
Como percusionista y batería has acompañado, desde hace años, a artistas de primer nivel. ¿Qué aprendizajes o experiencias guardas como verdaderamente relevantes para el devenir de tu trayectoria?
Pues creo que de todo lo que hay que aprender, que es mucho: técnica, dinámica, tempo, musicalidad, etc. Me quedo con el concepto de acompañar, y no me refiero a acompañar al artista, sino a la pieza que se está interpretando. Si haces eso bien, tienes el 80% de lo que yo creo que hay que tener para ser un buen músico. En los últimos años también estoy trabajando mucho el concepto melódico de la batería, es decir, asemejar, por timbres, los elementos de la batería a las melodías y arreglos que van pasando a lo largo de las piezas musicales. Me encanta usar los platos de esa manera mientras que sostengo el groove con los pies. Otra cosa que he aprendido, en este caso de mí mismo, es que me gusta mezclar cosas, como hago con percusiones y batería en mi set. También me gusta hacerlo con estilos musicales o patrones rítmicos que compartan un beat o una subdivisión común, ya sabes, saltar de tanguillos a bulerías o a un 4/4 estricto.
¿Qué ha sido de Glazz, el original trío de música progresiva junto a tus compañeros Jose Recacha y Dani Escortell? ¿Fue aquello un laboratorio donde pudiste desarrollar con libertad todos esos lenguajes que hoy despliegas en “Solo un Mundo”?
Seguimos en activo, no al ritmo que en los primeros años, pero nos queda mucho por decir. El próximo disco y su correspondiente gira están preparados al 70%, así que este año Glazz vuelve a la carretera.
¿Qué más viene por delante?
Pues espero que mucho más de lo mismo, compaginar flamenco con Rock, discos con conciertos, alguna Master class que otra, música, mucha música… ¡Bendita sea la música!