Texto: Jaime Bajo / Fotografías: Ana Angoloti
Si algo hemos aprendido de esta pandemia que nos ha tocado afrontar, aun sin haberla elegido de forma expresa, ha sido a poner en valor el trabajo de otros seres humanos. De manera singular el de aquellos profesionales que se entregan en cuerpo y alma a su trabajo en la sanidad pública para que, como comentó David, el resto “sigamos vivos”.
Y ese fue el motivo por el que el joven pianista madrileño decidió comenzar su actuación a piano solo con “un homenaje a los vivos y a los muertos”. Esto es, con un recuerdo a su abuela Ángela, recientemente fallecida, a través de una composición que formará parte de un álbum cuyas copias no llegaron a tiempo y a la que decidió dar un tono distinto, menos experimental de aquel con el que lo registró en el álbum (con cajas de ritmos, sintetizadores y demás parafernalia), si bien más del gusto de su abuela.
Pero en el caso que nos ocupa, David ya sabía de la importancia del trabajo de nuestros sanitarios bastante tiempo antes de que se produjeran las actuales circunstancias, pues en 2012 ejerció como Músico Interno Residente (MIR) en el Servicio de Hematología del Hospital Universitario 12 de octubre dentro del proyecto Música en Vena, experiencia que plasmó en el tema “MIR”, una de las melodías más certeras y hermosas de entre las incluidas en su trabajo “Piano Solo” (Lo Otro, 2019).
Y es que, enfrentarse tan de cara a la muerte cambia la percepción de la vida, de tal modo que canciones que antes eran interpretadas como una propuesta más desenfadada e iconoclasta, pueden adquirir una significación radicalmente distinta. Tal es el caso de “Y te vas”, una pieza del repertorio de José Luis Perales (con guiños a las sonatas de Beethoven intercalados) que David ya no interpreta con un pensamiento despechado pensando en aquellos amores que se saldaron con tentativas fallidas, sino con la consideración más rigurosa y literal de las palabras, pensando que, quizá, puede ser la última ocasión de disfrutar de la compañía de los seres queridos.
Seres humanos que, como su buen amigo Dani Bueno, “el mejor delantero centro con el que he jugado, pero con menos cintura que Ronald Koeman”, atraviesan dificultades de salud y a quien tuvo el enorme detalle de componer una de esas melodías sanadoras que es “Bossa para Dani”, también incluida en su próximo álbum de inminente aparición.
Lo cierto es que la reclusión forzada por el confinamiento también le ha brindado a David una oportunidad de dedicar más horas al estudio de la música, así como a visionar más partidos de la NBA merced a “la clave de su suegro”. Es por ello por lo que, inspirado por el movimiento Black Lives Matter, en el que la implicación de los baloncestistas norteamericanos fue absoluta, decidió incorporar al repertorio un medley de composiciones de Thelonious Monk (segundo afroamericano en protagonizar la portada de la revista Time allá por febrero de 1964), con las interpretaciones de “Crepuscule with Nelly” y “Evidence”.
Y es que, aunque cueste creerlo, a juzgar por la destreza con que maneja el instrumento, David Sancho no fue siempre un jazzista nato y su niñez estuvo plagada, no tanto de recopilatorios de sellos como Atlantic o Blue Note, sino de álbumes de rock sinfónico (Cream, Yes, Genesis…) y de los referentes locales del ámbito progresista (Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel…). De ahí las dificultades para abordar el repertorio de un referente, en lo musical y en lo político, como John Coltrane. De este interpetó, excusándose por destrozarlo y prometiendo “mejorarlo para próximos directos”, “Giant steps”.
Si bien, lo que hace valioso el repertorio de David Sancho es su compromiso con el esfuerzo. Esa capacidad que tiene para demostrarse a sí mismo que, aunque cuesta lograrlo, él es capaz de componer piezas de cierta entidad y que alcancen los diez minutos como suele hacer uno de sus referentes en el instrumento, Moisés P. Sánchez. A él brindó “Glucosas y metamorfosis”, una canción inspirada en el álbum de aquel titulado “Metamorfosis” (2017) y que abarca de lo sencillo a lo complejo, constatando que, además de un músico proclive a lo experimental (recomiendo, en este sentido, su trío Monodrama), es capaz de elaborar piezas de un gusto más “clásico” con cierta solvencia.
Y, como perfecto colofón a ese viaje en el que David ejerció al tiempo como cicerone y maestro de ceremonias, reservó una interpretación de un tipo como Alan Pasons, que comenzó como ingeniero de sonido en estudios como EMI o Abbey Road (para The Beatles), siguió componiendo canciones para Pink Floyd o The Hollies y terminó haciendo fortuna en solitario. Una composición, “Time”, del mencionado Parsons, que nos habla sobre la importancia de trascender en el tiempo y el espacio y que coronó una actuación que colgó el cartel de “todo vendido” y captó la atención de un público que no despegó su vista y su oído del discurso musical propuesto por David Sancho.
La programación completa y detallada de JAZZMADRID 20 esta disponible pinchando este enlace