Texto. Fernando Roqueta / Fotografías: Iñigo de Amescua
Suso Saiz es un tipo por lo menos curioso. Ignorado por la mayoría de los medios de comunicación, no le ha impedido ir navegando por estilos dispares a lo largo de más de cuatro décadas de actividad frenética en la escena musical, creando solidas obras propias e inconfundibles, varias incursiones en el mundo cinematográfico o produciendo artistas como Iván Ferreiro o Celtas Cortos, pasando por Luz Casal y Luis Eduardo Aute.
Jesús Saiz Alcántara, fundador de la Orquesta de las Nubes, cuenta sin embargo con una legión de fervientes seguidores y fieles admiradoras que no se pierden ninguna de sus actuaciones. Ese era el público que llenó la sala Guirau del Centro Cultural Fernán Gómez, en el que se mezclaba gente curiosa y variopinta, alguna ligada al mundo nocturno del clubbing, totalmente entregada y atenta desde el inicio de la suite electro-acústica que ofreció Saiz, acompañado por Toño Miguel al contrabajo y Borja Barrueta a la batería, ambos en estado de trance, durante la escasa hora de duración en el que se fueron entrelazando los siete temas compuestos por Saiz, procedentes de su trabajo discográfico “Nothing Is Objective” publicado el pasado año 2019 por el sello holandés Music For Memory.
Aparecen los tres músicos en el escenario, después de una breve locución pregrabada a modo de presentación. Suenan aplausos y a continuación un silencio sepulcral envuelve el auditorio con cierta aura de dulce sopor, curiosidad e intriga.
Saiz sentado delante de una mesa cubierta de varios artilugios electrónicos a los que dará buena cuenta a lo largo de su actuación. A sus pies, una guitarra que seguidamente acaricia siguiendo una suave e in crescendo introducción del primer tema “Abrazo Mirando” a la que se suma la batería de Barrueta y el contrabajo de Miguel. A partir de allí, todo el espacio se convierte en una lujuria de ruidos y sonidos, a veces incomprensibles, otros singulares, algunos familiares, que desfilan bajo la batuta de Saiz, que suelta a sus dos compañeros en un aparente libre albedrío que se convierte en una auténtica comunión a medida que todos ellos zumban encima de nuestras cabezas, acabando colapsando entre sí, casi desapareciendo en un ínfimo susurro… volviendo a renacer, tomando fuerza en “Mexican Bells”, trazando ondas sonoras en “Nothing Ends 2018”, ofreciendo multitudes de paisajes sonoros de una indiscutible belleza donde toman protagonismo la batería y las percusiones a cargo de Barrueta en “Scrub your Ego” y “Frogs In Love” en el que el contrabajo de Miguel marca su propio ritmo, Saiz corre por caminos insospechados creando ilusiones sonoras que se contraponen a la batería de Barrueta, que queda por momentos suspendida en el aire.
“Healthy Digestion” y “Forma Horizonte” se tornan apoteósicos, sin necesidad de un principio ni un final, vislumbrando un acierto inconfundible por parte de Saiz en crear un lenguaje propio lejos de cualquier ortodoxia y conformismo musical que resultarían obsoletos frente a ese pintor que dibuja trazos eléctricos de múltiples colores en el aire que acaban ahondando en lo más profundo de nuestras emociones. Una celebración abstracta y sublime acabo siendo lo que ofrecieron estos tres navegantes, muchos de los presentes sintiendo el deseo de levantarse para aplaudir y vitorear, poco antes de volver a desaparecer entre bastidores… Como un sueño.
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