Texto: Adrián Besada
“¿A quién no le gusta el funk?” El otro día me decía esto un amigo y desde entonces he escuchado unos cuantos discos de funk, desde Grant Green a James Brown, desde entonces su pregunta ha sido un mantra para mi: ¿A quién no le gusta el funk? Es una música que no requiere de muchos artificios pues se basa, principalmente, en el groove, en dejarse mecer por el vaivén rítmico y esos sonidos tan suyos.
El álbum que aquí nos ocupa, Galáctico, es un gran ejemplo de lo que es el funk. Este es el segundo trabajo del organista Joe Tatton, quien se ha rodeado de nombres como el guitarrista madrileño Lucas De Mulder o el batería Luke Flowers (Cinematic Orchestra). Asimismo, algunas colaboraciones imperdibles, muchas provenientes de The Haggis Horns, entre las que destaca la del trompetista Malcom Stachan. Con Tatton al frente de la formación y detrás de su Hammond C3 desarrolla un proyecto que destaca por dos cuestiones fundamentales: por un lado, por la grandilocuencia, buen gusto y el resultado final, que es excelente; por el otro, la falta de complejos para hacer un disco sin ningún tipo de pretensión de innovación. Esta última afirmación, a diferencia de lo que pudiera parecer, no es en ningún momento negativa, sino todo lo contrario. La industria de la música vive en una paradoja nutrida por las redes sociales, la “era” de la inmediatez, el consumo masivo y la alta demanda, elementos que hacen que la música se homogenice al mismo tiempo que se exige creatividad, un concepto que se ha desvirtuado especialmente en la última década. En este caso, Tatton ofrece una música que no cae en este juego, que bebe directamente de Grant Green, Lou Donaldson o George Benson, siempre desde un punto de vista personal y actual. Me imagino al organista haciéndose la misma pregunta que me he estado haciendo yo estos últimos días: ¿A quién no le va a gustar el funk?. Probablemente no haya sido así, pero este álbum es una respuesta contundente, firme y precisa a esa cuestión.
Galáctico da la oportunidad de acercar al público a la tradición del funk y del Hammond sin tener que acudir a los nombres más recurrentes del género. Una propuesta divertida, con mucho groove y solos magistrales que rezuma buen rollo. Más música así, por favor.