La inclusión del jazz en la ópera alemana: el caso de Jonny Spielt Auf de Ernst Krenek

Fotografía del fotógrafo Atelier Willinger de la interpretación de Jonny Spielt Auf en la Ópera Estatal de Viena con el barítono Alfred Jerger como Jonny fechada en 31 de diciembre de 1927. Los derechos son del Theatermuseum de Viena y la fotografía pertenece a su archivo.

Texto: Alejandro Silvela

@alejandro_silvela

Imágenes de archivo

Portada de la partitura vocal, primera edición.

Ernst Krenek, compositor austríaco de procedencia checa y nacionalizado posteriormente como estadounidense, se caracterizó por un amplio repertorio ecléctico que aunaba influencias pasadas como el postromanticismo y tendencias de mayor novedad como el atonalismo o el dodecafonismo. Sin embargo, sería Jonny Spielt Auf, obra que él mismo definió como “ópera jazz”, aquella que daría fama al compositor generando arduas discusiones entre críticos y compositores, además de ser perseguida por la Alemania nazi.

Su nombre era ya conocido en España a comienzos de la década de los años veinte gracias a la inclusión de obras pianísticas en el repertorio de intérpretes germanos como Eduard Erdmann. Sumado a ello, los festivales de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea se tornaron, tras la Primera Guerra Mundial, en reuniones que buscaban amalgamar las tendencias compositivas contemporáneas de Europa, lo que propició que críticos españoles como Adolfo Salazar o Juan José Mantecón accediesen a la obra de Krenek. Pese a que las referencias hacia este no abunden en la prensa española de la época, gozó de una buena recepción temprana, incluso en medios vinculados a la causa aliada y el neoclasicismo francés, algo reseñable si tenemos en cuenta el origen germano del compositor y su vinculación con el controversial compositor Arnold Schoenberg. Sin embargo, esta situación cambiaría drásticamente en 1928, pues comenzaron a sucederse noticias sobre la ópera que le catapultarían a la fama y obligaría al compositor a refugiarse en Estados Unidos tras el ascenso al poder de Hitler.

Portada de la partitura del blues Leb wohl mein schatz de la ópera Jonny Spielt Auf publicada en 1927.

Jonny Spielt Auf, que podría traducirse como “Jonny sigue tocando”, es una ópera dividida en dos actos y once escenas que se estrenó en Leipzig en 1927. Esta se caracterizó por un tono desenfadado que se asienta bajo los estándares de la República de Weimar, donde, tras la guerra, comenzaron a respirarse nuevos aires de libertad, autodeterminación y albedrío. La ópera presenta al compositor Max enamorado de la cantante Anita, la cual mantiene una relación con el virtuoso violinista Daniello. Dentro de este trío amoroso aparece el personaje de Jonny, un americano negro que pertenece a una orquesta de jazz y que roba el violín de Daniello. Cabe mencionar que el personaje de Jonny estaba representado por un barítono blanco con su cara pintada de color negro, como era costumbre con los personajes negros. La presencia de la voz de Anita y el violín robado en una emisión radiofónica hace que Max, quien pretendía suicidarse por desamor, y Daniello, quien anhela su violín robado, se reúnan con Anita y Jonny. Tras diferentes persecuciones, Daniello termina arrollado por un tren, Max y Anita enamorados y Jonny aborda el clímax de la ópera sentando sobre un gran globo terráqueo tocando el violín robado. Tras su representación en Leipzig se extendió por la mayoría de los teatros germanos provocando juicios contradictorios.

El barítono Alfred Jerger vestido y pintado para interpretar a Jonny, fotografía datada de 1928 en Viena.
El barítono Alfred Jerger sin maquillar en 1927.

A España llegaron las noticias de dos interpretaciones de la ópera en teatros de la talla del Metropolitan de Nueva York y el teatro de los Campos Elíseos de París —traducida al francés esta última—. Ya en el Boletín Musical de 1928 se publicaba el rechazo generalizado con que se recibió en París, incidiendo en que “en cuantos teatros se ha representado ha dado lugar a vivas discusiones y singularmente en uno de ellos que determinó la intervención de la policía”. Dicha intervención policial se produjo en el estreno de la ópera en Múnich, donde ya antes de su representación se sucedieron protestas en los medios por la figura de Jonny. Esto desembocó en abucheos hacia el músico de jazz e incluso en la utilización de gas lacrimógeno interrumpiendo la ópera, pero sin conseguir que se cancelase. El crítico madrileño Adolfo Salazar, quien elogió obras de Krenek años antes en el diario El Sol, acudió a su escucha en Viena y abandonó el teatro al terminar el primer acto a causa de lo que desde el periódico definieron como “elementos rítmicos y sonoros del jazz band”.

La obra goza de una instrumentación atípica en el mundo de la ópera, pues introduce instrumentos como el xilófono o el banjo, que es tocado por el personaje de Anita. Pese al intento de Krenek de realizar un ataque burlesco al mundo de la ópera, encontramos que todavía se hace presente una fuerte conexión con el postromanticismo germano en toda la obra, combinándolo con cambios drásticos que viran hacia estilos derivados del jazz. El piano se hace protagonista, adquiriendo un papel rítmico para dirigir a los metales que resuenan a modo de big band y al violín de Jonny, lo que proporciona un tono reduccionista en pasajes como el blues Leb wohl mein schatz. La mezcolanza de estilos, y principalmente la inclusión del jazz, generó las opiniones y críticas más dispares y diversas en los medios, haciendo que el mismo Krenek reivindicase en estos lo que el bautizó como “ópera jazz”. Tal fue el debate que las palabras del compositor llegarían a diarios españoles como La Libertad y La Voz, donde el mismo Krenek reivindicó su labor para con la escena musical:

“los apasionados defensores de la música clásica consideran al jazz una música vulgar, sin tonos, melodía o ritmo. Mi ópera jazz ha sido recibida con fiera oposición al mismo tiempo que con entusiastas aplausos, pero esto es lo que sucede con todas las obras de los precursores de un estilo (…) He abierto al jazz las puertas de los teatros de ópera más conservadores del mundo y continuo trabajando en el mismo sentido artístico, mi próxima ópera en cinco actos es también una composición de música de jazz, libre de la carga de las rígidas tradiciones y rebosante del espíritu alegre y juvenil de la música popular”.

Galleta del vinilo del blues Leb wohl mein schatz, de la ópera Jonny Spielt Auf interpretada por el barítono Ludwig Hofmann en el disco Odeón O-6565, grabado el 22 de diciembre de 1927.

Desde el periódico el El Sol se dejó claro el entusiasmo y desagrado que generó la ópera señalando que “esta intromisión del jazz es la que ha sublevado a los tradicionalistas y ha encantado a los vanguardistas”. Una gran mayoría de la crítica se posicionó en contra de la ópera como el londinense Sam Hardley que advirtió que en ella “hay que buscarlo todo menos música”. Por su parte, el crítico madrileño Adolfo Salazar renegó del triunfo de Jonny Spielt Auf criticando que “las puertas de los teatros de ópera, tan difíciles de abrir antes a los maestros, han sido forzadas por la gente joven, sobre todo en Alemania, donde Krenek parece apabullado por el éxito de su Jonny Spielt Auf, verdaderamente mediocre”. Pese a que entre la crítica primasen este tipo de juicios, contó también con férreos defensores como el compositor de origen germano Jean Gilbert, quien lo consideró el compositor mejor formado y con mayor porvenir en el mundo de la opereta alemana.

Cigarrillos Jonny comercializados en Austria.

Lo controversial de la obra y los acalorados debates en torno a esta consiguieron que tanto el nombre de Krenek como el de Jonny Spielt Auf gozasen de un amplio reconocimiento y popularidad. La inclusión de música popular en la obra sirvió para conformar un atractivo para el público sin acceso económico a las representaciones, logrando formar parte en 1930 del repertorio radiofónico, como informaba la revista Ondas. Tal fue el éxito entre parte del público que, en Austria. se comercializó la marca de tabaco Jonny en honor al protagonista de la ópera. No en vano, el periódico El Sol apuntaba incrédulo que Krenek “lleva camino de enriquecerse con su Jonny Spielt Auf”.

Portada del folleto de la exposición Música Degenerada de 1938.

Pese a ello, el filtro de la historia no ha mantenido viva la llama generada por esta ópera y, actualmente, es una obra muy infrecuente dentro del repertorio operístico contemporáneo pese al potencial escénico que ofrece. Al margen de contar con una instrumentación muy particular, históricamente la obra sufrió el peso de la censura, incluyéndose en el repertorio considerado como “música degenerada” por la Alemania nazi, que prohibió obras de compositores judíos como Schoenberg, Mahler o Mendelssohn. El éxito que acusó la obra se tornó en un arma de doble filo, llegando a ser una de las principales cabezas visibles de la propaganda nazi en contra de la “música degenerada”. Ejemplo significativo es la conocida portada del folleto de la exposición “Entartete Musik”, de 1938, en las que se presenta a un saxofonista negro que alude directamente a los carteles de los libretos de Jonny Spielt Auf. Tras el acoso sufrido por el nazismo, Krenek terminó por exiliarse a los Estados Unidos, cayendo en una extraña paradoja: Huyó hacia un país que calificó su música como demasiado europea y estereotipada para escapar de un régimen que persiguió su obra por denigrante para con el arte alemán y peligrosamente americanizada.

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