Lanzan música inédita de Miles Davis con su segundo gran quinteto

Miles Davis Quintent, Hammersmith, London, 1967. National Jazz Archive.

Texto: Eduardo De Simone

@eduardodesimone

Aunque resulte inverosímil, siguen apareciendo registros desconocidos del notable artista, que dan cuenta del cambio vital en el rumbo de su búsqueda y en la conformación de su banda. El sello Columbia/Legacy editará en breve un box set en formato de cd y vinilos con diversas presentaciones en Antibes y en París que hasta ahora no habían circulado. En la primera con George Coleman al saxo y, en la segunda, con el influyente Wayne Shorter como parte decisiva de esa gran banda que haría historia.

A Miles Davis le atraía particularmente tocar en Francia. De hecho, su primera presentación aconteció en 1949 en la Salle Pleyel de París, cuando apenas tenía veintidós años, y la última en Niza en julio de 1991, apenas dos meses antes de morir.

Miles in France, nueva serie de los bootlegs del trompetista y compositor más célebre del jazz, será lanzada en noviembre por el sello Columbia/Legacy Recordings con toda la pompa. Las bateas y escaparates de todo el mundo recibirán el lujoso set de seis cds y ocho vinilos que sin duda constituirán el gran acontecimiento discográfico del año.

El año 1963 fue un período de refundación para Miles. Poco tiempo antes, en 1960, Coltrane lo abandonó para construir su propio camino, como también había hecho previamente Cannonball Adderley, dos de los vientos que participaron del notable álbum Kind of Blue, uno de los discos de Miles y de jazz más célebres y más vendidos de toda la historia.

Ya entrada la década del sesenta, el jazz ofrecía nuevas alternativas con Coltrane y Ornette Coleman y resignificaba la tradición modernista con el quinteto de Dizzy Gillespie y James Moody, o la conformación del Modern Jazz Quartet. Miles se encontró con que en 1963 su sección rítmica integrada por Wynton Kelly al piano, Paul Chambers al contrabajo y Jimmy Cobb en batería, también lo dejaba en solitario.

Era entonces el momento de reconstruir banda y estilo. Así lo hizo. Se sabe que Miles torció más de una vez la dirección del jazz y esa virtud es parte de su inconfundible legado.

El saxo fue lo primero que encontró: George Coleman, hoy una leyenda viva (ochenta y nueve años) que continúa grabando y tocando en escena, sucedió a Hank Mobley, mientras Ron Carter reemplazó a Chambers. Jimmy Cobb aceptó quedarse en el grupo en tanto encontraran un baterista para sustituirlo. Hubo audiciones varias hasta que se abrió paso con firmeza un joven de diecisiete años que tendría una influencia decisiva en el género y en el propio segundo gran quinteto de Miles. Se trata de Tony Williams, ¿quién si no?

Fue justamente Tony Williams, con la anuencia de Ron Carter, el que recomendó a Herbie Hancock para reemplazar en el piano a Victor Feldman, quien prefirió quedarse en Los Angeles y no desplazarse hasta New York, donde tendría base el quinteto. En los estudios de Columbia en Hollywood habían comenzado a grabar temas para un disco, entre composiciones propias y standards, y ya con la incorporación de Hancock concluyeron en New York el registro de Seven Steps to Heaven. En ese disco, el antecedente de lo que sería el llamado “segundo gran quinteto”, debutó con los tracks Joshua, So Near, So Far y el que le dio título al álbum. Era mayo de 1963.

Este grupo comenzó a tocar en vivo, aunque con algunos trastornos para encontrar clubes adecuados donde no corriera el alcohol, ya que Tony Williams era menor de edad. Miles dejaba libertad a sus músicos y la banda comenzó a reordenar su estilo y formato para adaptarlos a sus necesidades sonoras. Hancock y Carter desarrollaron un matiz especial que cambiaba según la ocasión y que aseguraba una vitalidad renovadora para Miles.

Francia tuvo la ocasión de recibir y grabar a este quinteto. En julio de 1963 la radio nacional de ese país registró una actuación en vivo, que más tarde Columbia editaría con el título de Miles in Europe. El trompetista estaba excitado, intuía que esa música lo conduciría a una nueva cumbre y se encontraba particularmente comprometido con la elección de Williams en la batería, quien llevaba al grupo a un escalón superior.

El box de seis cd y ocho vinilos, que ahora se lanza por primera vez, contiene toda la música -en su mayor parte inédita- que ese quinteto presentó en el Festival de Antibes los días 26, 27 y 28 de julio del 1963. Se trata de una nueva entrega de la festejada Bootleg Series, en este caso la octava, y que también incluye el concierto del 1° de octubre de 1964 en la Salle Playel de París, ya con Wayne Shorter en el saxo en reemplazo de George Coleman. La grabación que ahora se estrena, cuatro horas hechizantes, fue producida por Steve Boerkowitz, Michael Cuscuna y Richard Seidel, y masterizada por Vic Anesini en los Battery Studios de New York.

¿Cómo llegó Wayne Shorter a integrar ese segundo gran quinteto? El saxofonista había tenido ya un debut en estudio con Miles en agosto de 1962. Cuando en la primavera de 1964 George Coleman dejó el grupo Tony Williams sugirió probar a Sam Rivers, considerado un músico de la corriente avant garde en determinados círculos. Rivers, por cierto, ha sido uno de los grandes músicos del jazz moderno, pero para Miles su estilo no congeniaba con lo que él buscaba para su banda. De todos modos, esta versión del quinteto dejó una grabación de cinco temas que la filial japonesa de Columbia editó con el título de Miles in Tokyo.

Entonces se alinearon los planetas: Wayne Shorter se fue de los Jazz Messengers de Art Blakey y apenas Miles se enteró le ofreció unirse a su quinteto. Shorter aceptó y le agregó al grupo su talento único como compositor y arreglador, además de su calidad como solista.

Esta versión definitiva del segundo gran quinteto se embarcó hacia Europa en el otoño de 1964 y la filial de Columbia en Alemania aprovechó para grabar una presentación que luego se editó como Miles in Berlin. De esta gira forma parte el concierto que integra el box set que se lanzará en noviembre y del que ya se puede escuchar una parte en las plataformas digitales.

Ron Carter, uno de los sobrevivientes de aquella experiencia, recuerda a Miles y al grupo en las liner notes del box set que se avecina: “Nunca había tocado con nadie así, por supuesto, y ciertamente tampoco durante un período de tiempo tan prolongado. Fue simplemente asombroso escucharlo tocar así, con esa intensidad, con ese ritmo, con esa dirección noche tras noche sin que encarara a la banda para decir: ‘Basta con eso’. Nos permitió hacer lo que un químico permitiría que hicieran sus protegidos en el laboratorio. Tomen estos productos químicos que les estoy dando y vean qué se nos ocurre. Y sólo llamen a los bomberos si es necesario”.

Comenzaría entonces una nueva dimensión para la trayectoria de Miles Davis y en consecuencia para el jazz en general. El punto de partida en materia discográfica fue el disco ESP, grabado en enero de 1965, que marcaría un nuevo rumbo, con Miles entusiasmado por la dirección que estaba tomando su música, empujada por la creatividad de Shorter y Hancock y el renovador sostén de Ron Carter y Tony Williams. Fue el primer registro desde las sesiones de Kind of Blue en el que todas las composiciones resultaron aportadas por miembros de la banda. ESP es un tema de Shorter cuyo nombre remite al hecho de que los integrantes del quinteto parecían ya en ese entonces comunicarse por telepatía. Se sentían los vientos de cambio.

Eran momentos en los que se mantenía en todos los terrenos la tensión racial que enervaba a Miles. El escritor Ralph Ellison, autor de la novela El Hombre Invisible, describía las presentaciones de los grupos de jazz, con los de Miles a la cabeza, del siguiente modo: Una comedia sombría de modales raciales, en la que los músicos emplean una rudeza y una malicia calculadas, tratando al público de forma muy parecida a como muchos comerciantes blancos de barrios pobres de negros tratan a sus clientes. El público blanco se sorprendió al principio, pero aprendió rápidamente a aceptar ese trato como una prueba de temperamento ‘artístico’. Luego aparece un cambio cómico: hoy en día, el público blanco espera la rudeza como parte del entretenimiento”.

En el libro Notas y Tonos, de reciente aparición a través de la editorial Letra Sudaca, Miles, entrevistado por el baterista Art Taylor, se hace cargo   en buena medida de esa figura. Sostiene allí el artista que la mayoría de los medios y los periodistas “dicen que soy descortés, que le doy la espalda a la audiencia y que no me gustan los blancos. Y que no me gusta la audiencia. Pero lo que pasa es que nunca pienso en la audiencia. Solamente pienso en la banda. Y si la banda está bien, sé que la audiencia se siente complacida, no tengo por qué tomar de la mano a la audiencia”.

Este nuevo lanzamiento discográfico no se trata de la audiencia, menos aún de aquella que pocos años atrás en el mismo París había osado reprobar a Coltrane por la densidad y la extensión de sus solos. Se trata de Miles y de los primeros pasos en la conformación de su segundo gran quinteto, un momento histórico para el cambio que el jazz experimentaría a partir de entonces.

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