Texto: Eduardo De Simone
El consagrado pianista norteamericano acaba de lanzar un nuevo disco en cuarteto, Dreaming, una muestra más de su notable talento. En una conversación con MásJazz contó por qué dejó el saxo, instrumento de sus inicios, para adentrarse en el piano y recordó con emoción al guitarrista John Abercrombie, su gran compañero de ruta, al que le dedicó un sentido disco.
Cada vez que Marc Copland irrumpe en la escena discográfica con un nuevo proyecto hay mucho para celebrar. Porque Copland es actualmente uno de los pianistas más valorados en el mundo del jazz por críticos y audiencia. Su estilo introspectivo y la generación innovadora de atmósferas atrapantes, su recorrido por subgéneros varios, incluido el free en un comienzo, y su trayectoria de colaboración con músicos consagrados y también con nuevas promesas lo convierten en un referente indispensable para aquellos adeptos de oído inquieto.
“Escucho mi voz interior, que me dice qué música tocar y con quién”, nos dice Copland en una conversación mantenida con MásJazz a propósito del lanzamiento de un nuevo álbum.
El disco en cuestión se llama Dreaming y en él Copland lidera un cuarteto integrado por Robin Verheyen en saxo, Drew Gress en contrabajo y Mark Ferber en batería.
El trabajo incluye composiciones propias de los músicos y algunos standards, entre ellos un original abordaje de una pieza poco explorada de Thelonious Monk, Eronel. Está editado por el sello Inner Voice, que el propio Copland fundó y dirige y que ha sido el hogar de sus últimos experimentos.
Nacido en 1948 en Filadelfia, Copland no comenzó su carrera en el jazz como pianista sino como saxofonista. Se presentó en la escena neoyorquina con ese instrumento, al que luego le añadió posibilidades electrónicas y hasta grabó con él. Inclusive fue el saxo alto del cuarteto de Chico Hamilton. Luego lo abandonó y se introdujo de lleno en el lenguaje del piano. Ya no toca el saxo y no lo extraña. Su voz en el piano lo ha llevado a erigirse en uno de los músicos más respetados, con registros en diferentes formaciones.
Compañero de ruta de varios nombres de peso en el jazz, como John Abercrombie, Michael Brecker y Gary Peacock, Copland sufrió la dolorosa pérdida de esos amigos. Dos extraordinarios discos de piano solo están dedicados justamente al guitarrista Abercrombie y al contrabajista Gary Peacock, quien también fue uno de los pilares del legendario trío de Keith Jarrett.
Su discografía es extensa y rica, en tanto atraviesa varios sellos como ECM, SteepleChase, Pirouet o Hat Hut, por mencionar a algunos, así como formaciones diversas. Sus grabaciones en solo piano resultan un ejemplo imprescindible de exploraciones que incorporan elementos de música clásica, reflexiones asociadas a cierta literatura de la que es afecto y un sofisticado trabajo de los espacios y los silencios.
Por cierto, ha grabado también en dúo, trío, cuarteto. Entre los dúos más notorios figura el que registró con el pianista Bill Carrothers, No Choice.
Nos revela que entre sus influencias se cuentan Bill Evans y Herbie Hancock, pero también Joni Mitchell. No lo dice, pero en sus inicios como saxofonista fue seducido por Coltrane y Ornette Coleman mientras que luego fijó su atención en compositores impresionistas como Ravel y Debussy.
Dialogamos con Marc mientras la escucha de su nuevo trabajo Dreaming, ya disponible, nos abre las puertas de un nuevo mundo de invocaciones sonoras.
–Sabemos que has comenzado por tocar el saxofón y luego has decidido cambiar al piano. ¿Qué razón te llevó a hacerlo? ¿Todavía tocas el saxo en algún momento?
Mi carrera con el saxofón iba bastante bien. Irónicamente, me estaba volviendo más atraído por la armonía, las texturas y los colores, y era cada vez menos capaz de adaptar lo que estaba escuchando al tipo de cosas que hace un saxofón en el jazz. El piano era un ámbito lógico para seguir desarrollando estas ideas. No he tocado el saxofón en años. Realmente no veo el punto; en verdad mi relación con el caño durante muchos años ha sido hacer música con mis antiguos compañeros, Dave Liebman, Mike Brecker, Bob Berg, Greg Osby. Y, por supuesto, con la generación más joven: Adam Kolker, Robin Verheyen, Jean-Charles Richard.
-Has actuado en varios formatos, solo, dúo, trío, cuarteto, quinteto. ¿Tienes en este momento de tu carrera alguna preferencia por un formato especial en estudio o en vivo?
Cualquier formato puede ser propicio para hacer descubrimientos musicales. En los últimos dos años he estado tocando mucho en cuarteto. Recientemente, los conceptos en los que estoy trabajando me están llevando de vuelta al trío.
-Has sido muy cercano al gran guitarrista John Abercrombie y también has lanzado un homenaje a él, tu álbum “John”. ¿Qué puedes decirnos sobre vuestra relación musical y cómo lo recuerdas?
Fuimos hermanos musicales y espirituales de muchas maneras. Podíamos hablar de cualquier cosa. Por supuesto, había diferencias, pero las similitudes eran realmente importantes: el deseo de tocar música buena y sustantiva, de intentar llegar a un significado más profundo con las notas y de evitar tocar algo simplemente porque podría excitarle a la audiencia. Por supuesto que es estimulante cuando la audiencia está emocionada, pero sólo significa algo para mí si, como artista, me estoy comunicando con los oyentes de una manera profunda y sustantiva.
-Tal vez no te guste hablar de tus influencias, pero ¿puedes mencionar a algunos pianistas o artistas que te gustan particularmente?
Siempre estoy escuchando… hay tanta música estupenda disponible.
Pero en cuanto a las influencias, estás hablando de una etapa o etapas formativas por las que pasé hace cuarenta o cincuenta años. En mis veinte y principios de los treinta años, me vi profundamente afectado por la música de, entre otros, Joni Mitchell, Bill Evans, Herbie Hancock y la llamada música clásica europea de finales del siglo XIX y principios del XX.
-Has grabado álbumes de estudio y en vivo para varios sellos. ¿Por qué has decidido fundar la etiqueta InnerVoice Jazz, y cuál es el proceso de toma de decisiones que sigues para llegar al tipo de grabación que quieres y al tipo de artistas con los que quieres trabajar?
El nombre de esa discográfica ya indica la respuesta. Escucho mi voz interior, y eso me dice qué tipo de música tocar y con quién tocarla.
-¿Podrías decirnos qué significa su nuevo disco Dreaming en tu camino musical y qué nuevos proyectos tienes para el futuro?
Para el futuro inmediato, está el cuarteto “Dreaming” y otro cuarteto llamado “String Theory” con el violinista Mark Feldman. Estoy preparando música para un lanzamiento de trío, y luego tal vez un lanzamiento en solitario después de eso. Todo depende de a dónde me lleven los sonidos y los descubrimientos.
La sensibilidad, la libertad para crear y la disciplina para ejecutar son sus guías. En breve comenzará una gira con su grupo Dreaming por Alemania y Francia. ¿Habrá una escala en España? Tengamos fe.