María Toro ofrece buena muestra de su técnica, tradición y diversidad en Menorca Jazz Festival

©David Arquimbau Sintes
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Texto: José Bolívar Durán / Fotografías: David Arquimbau Sintes

El pasado 28 de mayo el Menorca Jazz Festival se contagió con la enérgica y vibrante música de la compositora y flautista gallega María Toro. De ella y, especialmente, de su último álbum “Fume” (Jazz Activist, 2020), ya teníamos un reciente registro: se presentó con éxito en la pasado edición del  Festival Internacional de Jazz de Madrid 2020, siendo uno de los conciertos más destacados por su riqueza musical, su explosiva diversidad y sus componentes de música tradicional, que viajan desde el flamenco hasta el folklore gallego.

El concierto, que se llevó a cabo en el Auditori de Ferreries y que tuvo un aforo completo (teniendo en cuenta lo permitido por las vigentes restricciones sanitarias), destacó por un público emocionado que de forma evidente conectó con la propuesta musical. Cada una de las composiciones de “Fume”, se ejecutaron con un registro que denota una madurez del álbum, un evidente encadenamiento que va más allá de una simple relación entre los músicos, y una sazón especial que, con la pandereta gallega y la voz de María Toro en algunos de los temas, logra imprimir la fuerza de la tradición y la variedad.

“De marfil”, del álbum “Fume”, fue el tema elegido de apertura. Una flauta travesera ejecutada con fluidez, destreza y firmeza. Un piano, un contrabajo y una batería que acompañan y articulan con plena estabilidad la configuración de un jazz despierto y vibrante. En esta primera canción, adicionalmente, el lenguaje corporal de María acompaña su música con un baile en el que sus pies van marcando los compases: primero el izquierdo, luego el derecho, vuelve el izquierdo… se escuchan levemente,  invitando a seguir una estructura musical encuadrada en el jazz.

©David Arquimbau Sintes

Después, “Kilitum”, con el inicio de un piano profundo y dulce a cargo de David Sancho; sumado a una digitación de la flauta en la que resaltan los diversos viajes musicales de María Toro; la batería de Andrés Litwin que refuerza la sensación de viaje, de diversidad, de riqueza de diferentes mundos musicales; y el contrabajo de Toño Miguel, que, especialmente en este tema, brindó una atmósfera de estabilidad en el marco armónico, en ese momento, quedo patente la impresión que causo en el público: “Kilitum”. Sin duda, una pieza que emociona y permite imaginar otras cartografías; no sólo las referidas a la espacialidad geográfica, sino a nuestros propios mapas emocionales.

“Fume” (humo, en gallego), el tema que inspiró el nombre del álbum, es un homenaje de María Toro al hogar de sus abuelos en Santa María de Xerdiz, una aldea de Galicia donde la compositora creció. María, en una conversación sostenida con más JAZZ al finalizar el concierto, nos complementaba con sus palabras: “El nombre de fume hace honor a la cocina de leña de mi infancia, una lareira. Allí la gente se sienta alrededor del fuego, y cuenta historias, se calienta, se reúne y crece en ese espacio… y claro, siempre de la lareira sale humo, mucho humo. Adicionalmente el álbum también es fruto de los intercambios musicales que viví en Nueva York. De alguna forma fume es un reencuentro con mis orígenes en esa cocina, sumado a la experiencia en Norteamérica”.

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A lo largo del recital, la sensación y la atmósfera de “fume”, de aquella cocina, se puede imaginar. Detrás del escenario, desde la baja y delicada luz que se eligió en el Auditori de Ferreries para el espectáculo, también se utilizó un efecto de humo que no pudo ser más apropiado para ambientar la experiencia auditiva. La mística añadida al propio tema y la vivencia estética del espacio reflejaron aquella inspiración de María Toro.

Después de “Fume” el concierto adquirió, con la voz de María y su pandereta gallega, un ambiente de tradición, de aldea, de familia, con el tema “Acostureira”: una canción que la artista escuchaba cantar a su abuela (como nos revelo antes de interpretarla), llevo el público a una emoción colectiva, efusiva y enérgica.

En la conversación que tuvimos con la artista, fue inevitable preguntar por la conocida discusión que existe alrededor de hasta dónde una canción de música folclórica puede modificarse, actualizarse, transformar su esencia… en este caso con el jazz. Y la compositora, conocedora de su tradición, nos compartió su perspectiva: “con el folklore he reconectado hace poco, especialmente en el último disco, pero ahí están mis primeros contactos con la música… allí aprendí a tocar la pandereta. Yo lo tenía en mi cabeza como algo familiar. Por otra parte tenía la flauta, el conservatorio y el jazz. Y un día me hizo clic, y me dije, “¿por qué no retomar esa canción, fusionarla, si, al final, todo es música?” Entonces pensé que para hacerlo entendía que los patrones rítmicos propios del jazz eran diferentes a los del folklore de Galicia, que son a tres, pero logré articularlos y así la fusioné. Y bueno, sé que es una melodía que mi abuela me cantaba y ella tenía su propio sentir, y yo la interpreto desde el mío, a partir de mi propia vivencia”.

María también compartió una importante idea: “el público normalmente se agarra a lo popular, entonces, en una atmósfera de jazz, viene el folklore, apoya y así entra muy fácil”. En la actuación de la artista además de su destreza con la flauta y su gran afinidad con el canto, se destacó la ejecución de la pandereta. Su técnica, es evidente, tiene historia: la firme pero fluida postura de la mano izquierda sosteniendo; la ubicación del pulgar para mantener el equilibrio del instrumento, esencial para preservar el eje central; la distancia de la pandereta con el cuerpo… y la claridad en los movimientos de la mano derecha, la que golpea y da vida, la que concede el riscado: allí, el dedo medio de María firme haciendo giros de 360 grados para dar paso al pulgar; el que cierra secuencia rítmica con un golpe que termina para dar inicio a uno nuevo, una y otra vez.

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Finalmente, después de “La otra”, el último tema interpretado del álbum “Fume”, en el que destacaron dos solos de batería y piano que imprimieron un ambiente fresco y alegre en el escenario, el concierto se cerró con “Você quer”. Una pieza originalmente grabada en 2017, inspirada en las voces de los vendedores ambulantes de Río de Janeiro que, con sus costumbristas estrategias de venta, ofrecían bebidas refrescantes a los habitantes. Una oda al costumbrismo que revela la importancia del paso de María por la ciudad brasileña.

Al finalizar el concierto, los aplausos y la emoción de un público conectado con el jazz, el folklore y la pluralidad, dieron cuenta de que “Fume” constituye un destacado acontecimiento en la escena del jazz en España. Un extenso recorrido que va madurando y creciendo en diferentes festivales y en públicos que siguen valorando lo propio, lo que se mantiene, pero también los viajes y la diversidad. El Menorca Jazz Festival, que cuenta con el patrocinio de la Fundació de Foment del Turisme de Menorca, ha tenido un nuevo acierto para un público que sabe valorar artistas que proponen nuevas formas de disfrutar el jazz y sus fusiones.

Desde Menorca, seguiremos informando de qué escuchamos y sentimos…

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