Texto y fotos: Daniel Glückmann
No es de extrañar que digan que Madrid es la Miami de Europa. En la capital, los músicos cubanos encuentran su segunda casa. Y no es de extrañar que Cuba sea uno de los mayores semilleros musicales del mundo. El talento que sale de la isla (y lo de “salir”, nunca mejor dicho) es tan inagotable y extraordinario como el fútbol que viene de Brasil o Argentina.
Esta vez le tocó a Cimafunk “romper con la pana” en el Teatro Eslava, dentro de la programación del Summum Concert Series. La personalidad de Erik Alejandro Rodríguez (35 años) arrolla en el escenario desarrollando una música vibrante y divertida, acompañado de una banda que se lo pasó tan bien como el público que llenaba la sala.
Su nombre viene de “cimarrón”, los esclavos fugitivos que se refugiaban en las montañas y los bosques de Cuba escapando de la esclavitud y conecta con las raíces africanas que reivindica el músico y que forman parte inseparable del patrimonio musical cubano.
Los temas, que beben de la rumba, el funk, el blues y de la timba, fueron los de su último álbum “Pa’tu cuerpo”, lanzado en 2024, pero también de los anteriores “El Alimento” y “Terapia”. Además vino con muchas sorpresas como el número de “pole dance” del tema “Dime”, la canción “Una Palabra” que cantó junto a Pedro Varela, quien se emocionó y tuvo que volver a empezar, o la percusión de Pedro Pablo Rodríguez Mireles que saltó a las congas para los últimos temas.
Un capítulo especial merecen la saxofonista y la trombonista Katy e Hilaria Cacao que aportaron una tremenda marcha y energía a los temas, ya de por si vibrantes, de la banda. Sus metales dialogaron entre ellos y con el público mientras bailaban por todo el escenario.
Cuando el concierto ya terminaba, la rumba terminó de montarse cuando invitaron al público a que subiera a bailar con él al ritmo de “Funk aspirin” un tema que fue un delirio no sólo en el escenario.
Unas chicas cubanas que habían venido desde Austria para verle, hasta pudieron bailar con él después de cantarse todas y cada una de las canciones. “En invierno se está mucho mejor en Madrid que en Viena”, decían con mucha lógica.
¡Larga vida a la música de Cuba!