Noches de Jazz en el Arco de Trajano

Texto: Ricky Montesinos

Fotos: Manu Rubio

Con la llegada del verano las noches se hacen más cortas, el buen tiempo y las ganas de compartir se vuelven el pretexto perfecto para las veladas al aire libre, tal y como ha sucedido los pasados 11 y 12 de junio en la I Edición de Noches de Jazz en el Arco de Trajano, evento celebrado en la Ciudad de Mérida, capital de Extremadura.

Organizada por A de Arco, Sybarit y Barocco, esta iniciativa jazzística conjuga en el escenario el talento de profesores y alumnos del Conservatorio de Mérida y el centro de música creativa La Octava, acaso para demostrar que el camino del artista es siempre el de aprender.

Ya desde el momento en el que los músicos comenzaban a afinar sus instrumentos, los primeros destellos del show se hicieron presentes. La cotidianeidad de caminar por la calle se tornaba extraordinaria conforme las vibraciones del inconfundible saxofón nos obsequiaba la casualidad de un swing que a nuestro oído le suena familiar, ¿lo hemos bailado en una fiesta o es la banda sonora de una película? La gente caminando por la calle voltea la mirada hacia la tarima, la atención se concentra en el lugar pues el espectáculo ha dado inicio.

El tono lúdico con el que fue conducido el evento permitió acercar el jazz a un segmento familiar bajo la premisa de que el arte es convivio. La popularidad de la mayoría de las piezas musicales propició el constante juego entre los espectadores, quienes lograban identificar las melodías apenas eran interpretadas. Innegablemente la capacidad que tiene la música para evocar el lenguaje del inconsciente es impresionante, el contacto emocional al que atienden los acordes apenas relampaguean en nuestras cabezas para remover las vísceras, representa con claridad el poder de integración que la agrupación logró a través de su repertorio.

Así pues, La vie en rose, Moon river o Garota de Ipanema, se convertían en pequeñas sorpresas para chicos y grandes, que sin darse cuenta, les seguían el ritmo con la punta de los pies, las palmas o hasta bailando en pareja con el insigne Arco de Trajano de fondo. Esta destacable unión entre generaciones resulta bastante congruente como discurso artístico y resuena con claridad en la obra per se, justificando su existencia mediante los activos más importantes que poseen: los intérpretes y el público que les acompañaba.

A mitad de la velada, la audiencia aplaudió la participación del armenio Vahan Sofyan a cargo del duduk, instrumento de viento original de su tierra, con el que captó los sentidos de los presentes, logrando crear una atmósfera pacífica, fruto del dulzor de su característico sonido y maestría con la que establecía conexión con este, a través de una emotiva y majestuosa interpretación que aderezó la noche con encanto.

Mérida alberga un notable talento musical. La pasión y el compromiso con el que los intérpretes ejecutaron su actuación, eliminando las barreras del tiempo y el espacio, define claramente el papel del artista dentro de la sociedad, una que necesita espacios para compartir momentos que perduren tras el paso de los años.

Con una duración de aproximadamente tres horas, el alto poder de convocatoria y la hipnótica atmósfera creada, incluso tratándose de una semana recién iniciada, el evento se posiciona como una de las promesas en la historia del jazz emeritense a las que se les augura un futuro brillante.

 

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