NOTAS Y TONOS: Arthur Taylor (2024)

Por Eduardo De Simone

@eduardodesimone

Editorial Letra Sudaca

Un libro de reciente distribución en España registra imperdibles conversaciones con los principales músicos de jazz, en las que se exponen las tensiones raciales que sobrevolaban el género en la década del 60. El texto, traducido por primera vez al castellano, incluye entrevistas históricas que el baterista Art Taylor mantuvo con figuras como Miles Davis, Monk, Coltrane, Sonny Rollins, Nina Simone y muchos otros. La mirada crítica o indiferente sobre los Beatles es un signo distintivo de la época.

“Vi una película anoche en la TV. Era toda blanca, de principio a fin. Si los blancos siguen mostrándonos sus problemas en televisión como lo están haciendo muy pronto vamos a poder darnos cuenta de sus problemas sólo por sus expresiones faciales, porque no les queda nada más. Le decía a Herbie [Hancock] el otro día: No vamos a tocar blues nunca más. Que los blancos se queden con el blues. Ya lo tienen; que se queden con eso, toquemos algo diferente”.

El que dispara esta sentencia contundente es Miles Davis, atravesado como muchos músicos de jazz en la década de los años sesenta por fuertes tensiones raciales. El propio Miles había sido víctima de la violencia racial cuando policías blancos lo aporrearon en la puerta de un club de jazz, incrédulos de que él fuera la figura estelar del lugar, del que sólo había salido para   fumar.

La agitación de aquella década de reclamos y conquista de derechos de los ciudadanos de origen afroamericano en los Estados Unidos le otorga un profundo sentido a un formidable libro de entrevistas -en verdad son conversaciones- que el baterista Arthur “Art” Taylor realizó con los grandes iconos del jazz. El libro, con el título Notas y Tonos, se tradujo por primera vez al castellano y lo ha distribuido en estos días en España la editorial Canoa, que recoge el texto ideado e impreso por dos colectivos argentinos: el de músicos marplatenses ICM y la editorial Letra Sudaca, que también publicaron los libros Talking Jazz y Miles por Miles, ambos con distribución en España.

Art Taylor fue uno de los grandes bateristas que influyó decisivamente en el sonido del jazz moderno que sucedió a la fundación del bebop. Tocó con todas las estrellas imaginables de la época, como Sonny Rollins, Coltrane, Monk, Miles Davis, Kenny Drew y muchísimos otros. Nacido en Nueva York, emigró a Europa a mediados de los 60 como muchos de sus colegas, deambulando entre Francia y Bélgica para volver a los Estados Unidos veinte años después. Grabó para grandes sellos discográficos como Blue Note, Riverside, Prestige y Columbia.

Su libro Notas y Tonos, que por fin tiene versión castellana, es un testimonio vivo, despojado de cierta pátina políticamente correcta con la que muchos músicos suelen afrontar las entrevistas convencionales.

Por sus interrogatorios desfilan Miles, Dexter Gordon, Randy Weston, Ornette Coleman, Art Blakey, Ron Carter, Max Roach, Sonny Rollins, Dizzy Gillespie, Elvin Jones, Betty Carter, Carmen McRae, Nina Simone, Kenny Dorham, Thelonious Monk y muchos más.

Sigue Miles, en una de las conversaciones más entretenidas:

-¿Qué más te interesa, además de la música y el boxeo?

-Nada más que las chicas y el boxeo.

-¿Tenés algún pasatiempo especial?

-Burlarme de los blancos en la televisión. Ese es mi pasatiempo principal. Y manejar mi Ferrari.

Volviendo a la omnipresencia de la tensión racial en la consideración de los músicos de entonces, podemos atender a la visionaria reflexión del pianista Randy Weston, una leyenda del género que murió en 2018, antes de la pandemia. “El problema que tenemos hoy es que hay un gran énfasis en la música comercial. Yo la llamo ‘música de no pensar’ porque no quieren que la gente piense demasiado. Todo se encamina cada vez más hacia una era robótica, en la que las personas tendrán números y serán robots. El jazz es música creativa. Y deberíamos tener control de nuestra propia prensa, pero tenemos que depender del status quo blanco que nos juzga y nos mide con encuestas y concursos de popularidad para decidir quién recibe qué, quién obtiene cinco estrellas. Y la razón detrás de todo es el racismo”.

Ambos diálogos, el de Miles y el de Randy Weston son de 1969, como buena parte de los que se incluyen en la edición.

La música de los Beatles no queda afuera de los intercambios; en verdad es un asunto recurrente. Dice Randy Weston en sintonía con la opinión de Miles: “No escucho a los Beatles porque no me gusta lo que sucedió con el blues cuando los artistas blancos se metieron con eso. Me aparté voluntariamente de toda la escena del rock and roll. Me contaron que los Beatles produjeron cosas muy hermosas, pero cuando el hombre blanco empieza a cantar el blues, simplemente lo aparto, porque sé que todo lo que puede hacer es imitar”.

Charles Tolliver, un extraordinario trompetista y compositor que aún sigue en activo y que en 1970 mantuvo su diálogo con Art Taylor para el libro, también habló sobre el cuarteto de Liverpool. “Es raro, nunca tuve ninguna opinión sobre los Beatles. Ni en el momento en que aparecieron ni ahora, cuando tienen todos esos millones. Su música no me ha afectado en nada. Miles de temas y de música afroamericana habrían tenido éxito con una buena dirección. El único crédito que puedo darles a los Beatles es que tuvieron buena dirección y producción”.

El capítulo Beatles debe entenderse en el contexto temporal en el que se produjeron las entrevistas, entre 1968 y 1971, en el apogeo de la discusión sobre la influencia de los Fab Four en el mundo de la música popular. El debate acaso hoy aparezca saldado en el territorio del jazz, desde que músicos como Count Basie y Ella Fitzgerald hasta Mal Waldron, Hancock o Brad Mehldau grabaron temas del grupo más exitoso de la historia.

Pero Nina Simone opina en el libro que “los Beatles fueron buenos en tanto atrajeron la atención hacia nuestra música en el mundo de los blancos. Hicieron que los blancos escucharan nuestra música con una actitud diferente de la que tenían antes. Puede ser que sólo respeten a los Beatles y que sigan siendo tan racistas como siempre, pero pienso que nos escuchan más y que nos respetan más que antes de los Beatles”.

En cambio, el pianista Erroll Garner asegura que le gusta la música de los Beatles. “No digo que todo. Son amigos míos. Ringo y yo somos amigos desde hace bastante tiempo. En los últimos años se les ocurrieron algunas cosas buenas. Justo antes de separarse comenzaron a poner más melodía en lo que componían y eso es lo que llamó la atención del público adulto”.

Pero en el apartado de Erroll Garner hay espacio para anécdotas atrapantes, por caso aquella de cómo compuso “Misty, hoy un standard insoslayable, interpretado una y otra vez por decenas de artistas. “Escribí ‘Misty por un bello arcoíris que vi cuando volaba en avión desde San Francisco a Chicago. En esa época no tenían aviones a reacción y tuvimos que hacer una parada en Denver. Cuando estábamos por aterrizar apareció un hermoso arcoíris. Me fascinó, porque no era largo, pero era ancho y de todos los colores que puedas imaginarte. Con las gotas de rocío y las ventanas empañadas, esa lluvia fina, por eso lo titulé “Misty” (nublado, empañado). Tocaba en mis rodillas como si tuviera un piano, con los ojos cerrados. Había una viejita sentada a mi lado que pensó que yo estaba descompuesto porque tarareaba. Llamó a la azafata, que se acercó sólo para enterarse de que yo estaba componiendo “Misty mentalmente. Cuando me bajé del avión la había terminado. Ibamos a tener una sesión de grabación así que la sumé para esa misma sesión. Siempre digo que donde sea que esté esa viejita, ella fue la primera que supo sobre “Misty”.

Hay muchas otras anécdotas, claro, desde el significado de la palabra jazz hasta el origen del término bebop. Pero basta de spoiler aquí. Notas y Tonos es un libro imprescindible para los adictos a este género musical y también para aquellos curiosos por conocer algo más sobre su agitada evolución.

Por Eduardo De Simone

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