Texto: Federico Ocaña
Nucli Trio, que da nombre también a su primer trabajo discográfico publicado por el sello guipuzcoano Gaztelupeko Hotsak/Errabal Jazz, está compuesto por Guillem Plana, guitarra, Aleix Forts, contrabajo y David Viñolas, batería. Y lo cierto es que el trío cumple a la perfección el emblema “nuclear”, una música de esencias, donde la presentación, sencilla, natural, puede llevar a engaño. Y es que la naturalidad y la cohesión de este joven trío encubre un trabajo depurado, pulido a golpe de ensayo.
En todos los temas encontraremos ejemplos de este ensamblaje perfecto. Por ejemplo, la incorporación de Viñolas a la batería en “Himme a l’intempèrie”, compuesto por Plana, está perfectamente integrada, parece una extensión de Plana en la exposición del tema. Sólo en una segunda o tercera escucha percibimos esa complejidad. Plana, Forts y Viñolas son representantes de un tipo de jazz contemporáneo que juega con esa idea de lo simple complejo, la grabación a un mínimo de tomas pero con todo el peso del ensayo, una improvisación donde (casi) todo está medido, la base humorística dentro de temas que se construyen desde el jazz modal.
En “Croquetes de gallina”, composición de Viñolas, a un tema que parte de ese componente humorístico le siguen, con la naturalidad que, como hemos comentado, les caracteriza, unos solos que funcionan por simpatía. Destaca el papel de Viñolas, manteniendo la base percutivamente, con -aparentemente- escasos recursos. En “Ryland”, una balada-blues con aires de country de Julian Lage, si el oyente no puede perderse es gracias, en gran parte, al contrapunto de Forts en el bajo al meritorio solo de Plana -a destacar cómo Forts va elaborando casi una melodía propia en el bajo, y cómo retoma ese mismo espíritu para su propio solo, también exquisito.
“Ja surt el planter”, el siguiente tema, de Plana, pertenece también al ciclo más cantable del álbum. Echamos de menos en él precisamente un desarrollo mayor de los solos, pues el tema, casi una canción sin letra, acaba abruptamente cuando lo empezamos a degustar y arranca “TRAM”, una composición de Forts que, durante los dos primeros minutos, despista con una apuesta sobria, de música contemporánea. Los solos de Forts y Plana lo modifican, sin embargo, a su gusto, y nos permiten establecer conexiones con los demás temas del álbum y con la estética general. La duración del tema juega en favor de esta escucha más atenta y recreativa, en el mejor sentido de la palabra.
“Beatrice”, de Sam Rivers, nos deja un espectacular solo de Forts y un acompañamiento muy medido de Viñolas en la batería, en diálogo con Plana en su solo, ejecutando por momentos el primero figuras rítmicas más breves y rápidas para que Plana descanse de las escalas acometidas, en otros momentos permitiéndose una mayor contundencia y rapidez con la caja.
“Lawns”, de Carla Bley, es de nuevo un tema lento, con un papel protagónico de Forts. En “Manso ‘s blues”, escrito por Viñolas, es el batería el que más destaca, con un Plana también excepcional.
El último tema del disco, “Joia”, de Marco Mezquida, nos deja un sabor agridulce: dulce, sobre todo, porque en ese ritmo lento, ternario, confluyen los tres músicos dejando momentos notables, donde no se distingue si el solo corresponde a uno, a dos o a los tres a la vez.
Para que esa mezcla no suene, involuntariamente, a free jazz mal entendido, sino que nos emocione como lo consigue el Nucli Trío, hace falta estudio, entendimiento, valor y sensibilidad a raudales. El único sabor agrio que nos puede dejar este su primer álbum es precisamente tener que esperar al siguiente para disfrutar de su música. Pero sabemos que la paciencia es primordial para llegar al estadio de cohesión total, al centro, a la esencia de las cosas. Detengámonos, pues, en su escucha y saboreemos sin prisas este prometedor debut.