Texto: Juan Ramón Rodríguez / Fotografías: Paula Anta.
Exiguos géneros consiguen suscitar una mística de singular embrujo como en el caso de lo jondo. En el más íntimo recoveco de tantas investigaciones con firma variopinta, una cavilación resuena con el eco de las cuevas de Sacromonte: el flamenco es un hecho ilustrativo esencialmente romántico. Como todos los regalos, abierto al aprecio de cada uno de los cinco sentidos. Se siente la copla como una creación única; una expresión de individualidad, existencial en ciertos aspectos. Una liberación extrema de la subjetividad, suerte de lance en el que autor y héroe confunden difuminadas sus sombras. Héroe trágico, llegado el momento, entre pátinas de religiosidad y trascendencia. El amor puede todo.
Esa pasión aflora en la Sala Negra de los Teatros del Canal una lluviosa tarde de viernes. Suma Flamenca 2021 presenta el nuevo proyecto del prolífico Pablo Martín Caminero, escrutador de la escena jazzística nacional cuyos desafíos apenas atinan huida a sus aptitudes de arte y ensayo con el instrumento. La postal andaluza —Al Sur del Sur, sugerido homenaje desde el festival— no encierra secretos para un trío completado por Moisés P. Sánchez al piano y Paquito González a la percusión. En el exterior, la yerma figura de la M30; en el escenario, el sol de atardecer por el camino real que une Sevilla con Cádiz: Lebrija, Jerez, Los Puertos.
Asoma una lóbrega puesta en escena. Reducido auditorio congregado bajo un firme —se supone estudiado— propósito por parte de la organización. Velada de recelosa intimidad que huye del carácter festivo de la fiesta. Los primeros compases de “Nacencia”, presente en la Tauromagia de Manolo Sanlúcar, mitigan estas reflexiones de baja prosapia. El contrabajo, protagonista, consigue un evocador efecto envolvente ayudado por tibia electrónica. Por otro lado, acordes de rigurosa amplitud consiguen volver a cerrar los ojos; el nacimiento de la res a las puertas de la dehesa. Retoma dicha concepción delicada como ademán melancólico y triste del alma. Un talento nacido para conmover, arrullado por los tañidos del virtuoso sanluqueño.
No se hace de rogar el quiebro buscado por la personalidad ocurrente. “Rocayisa” expone los puntos fuertes de una formación cuyo Toque exige un profundo reto en torno a la dicotomía en respeto y admiración ortodoxos; lo sublime en calidad de sobrecogimiento. Se antoja manifiesta la predilección por tiempos ardientes. No podía ser de distinto modo al redimir la ofrenda que Vicente Amigo dedicó a Pat Metheny. Con estudiado bamboleo y los continuos jaleos de Paquito, tan suyos, se patenta la excelente química en medio de unas tablas que acogen a tres razones de calado para perder la cabeza. Ese esquive disminuido del Steinway & Sons, esa cadencia de arco.
Hay escasas interrupciones a una maratoniana sesión de efluvios que coquetean con la lasitud del esfuerzo intenso. “Arabia”, del maestro Sabicas, se erige como ejercicio con ganas de poner a más de uno en un aprieto; un brete en toda regla, cambios rítmicos y demente coreografía empañada del incienso de Oriente. Un linaje caló de universo pintoresco en detrimento de lo erudito, algo concurrente en la cosmovisión esbozada por los rubricantes de este elenco de versiones aquí debatido. “Al Niño Miguel”, de Rafael Riqueni, incide en estos detalles. Hay crisis de la vocación folclórica en la destreza moderna. El resultado de este conflicto se narra con vasta profusión de puntualizaciones.
No se olvida la riqueza del lenguaje vertido durante el agitado vuelo con dialectos habituados bajo el halo de la libertad creativa que los hace singulares. El encanto latino de Paco de Lucía —“Alcázar de Sevilla”— y la rumba de “La Habana sin luz” plantean este zorongo gitano en sus postrimerías. Un candil que no anhela apagarse ante la sensibilidad de una sociedad que comprende el genio como comercio. El amago de precipitaciones, decadencia en estampa, amaina con una “Propina” de dimensión de Bost. Un obsequio no tan inoportuno; acompaña el título, sigue el espíritu, crece el ánimo. El refugio y salvación de lo popular en la cultura de masas.