Texto: Rudy de Juana
Han pasado ya más de cinco meses desde que perdimos a Pedro Iturralde, uno de los grandes artistas que ha dado el jazz en España. Y mientras paso las semanas repasando discos como “Jazz Flamenco” o “Flamenco Studio”, hete aquí que sobre mi mesa aterriza “Origo / Origen” (Karonte distribuciones – 2020), el primer disco de Pablo Suárez, un tipo que al flamenco le ha dedicado casi toda su vida y que solo ahora, comienza a transitar por la senda del jazz.
Y cuando decimos que al flamenco la vida entera, no exageramos: Pablo ha sido compositor, intérprete y director musical en múltiples compañías. Ha trabajado con bailaores como Antonio Canales, Lola Greco o Belén Fernández y ha colaborado con cantantes de la talla de Pitingo, Luz Casal o Tomasito.
Ahora sin embargo da un paso más y tras “pinchar” (solo ligeramente) su burbuja flamenca, decide sentarse al piano y entregarnos un disco que suena a jazz mestizo, a “flamenco jazzeado” o como quieran ustedes llamarlo. En el libreto, Pablo Suárez explica que “se ha inspirado en la música de vanguardia dentro del ámbito más jazzístico, muy fresco y lógicamente todo está con un filtro flamenco más o menos acentuado”.
Los nueve temas que componen el disco, navegan por lo tanto entre dos aguas, como decía Paco de Lucía. En la cresta de la ola del jazz, un “Welcome” que recuerda a Mezquida y en el que flamenco se aprecia soterrado bajo capas de percusión y piano; en el otro extremo, la propia “Orïgo/Origen” un tema de raza y con el que Suárez vuelve a sus orígenes, un flamenco de tablao, el único en el que desaparece el piano por completo y es sustituido por el zapateado, el cante y las palmas.
En el recorrido que lleva del jazz al flamenco y del flamenco al jazz, se asoman bulerías como “Bulería Rafaela”, soleás como la “Soleá de amor” y ganas de experimentar con distintas formas armónicas, como en “La salida” o el “Tanguillo de colores”.
Pero siendo un debut discográfico, el “Origen” de Pablo Suárez suena en realidad como un resumen vital. Y de hecho, así lo manifiesta: “Después de más de la mitad de mi vida dedicado prácticamente a tiempo completo a la música, tengo la necesidad y me atrevería a decir que tengo la obligación de dejar mis conocimientos, lo que he aprendido, lo que he vivido, y lo que me ha tocado vivir (…) lo único que puede perdurar es mi música”.
Si hemos citado a Iturralde en el inicio de la reseña es porque mucho de lo que nos dejó el maestro se da cita en este disco, en una formación en trío que el propio Suárez reconoce que es arriesgada, y para la que cuenta con Pablo Martín Caminero al contrabajo (uno de los referentes en este género) y el baterista iraní Shayan Fathi. Arriesgada entre otras cosas, porque no son tantos los discos que, en este género, renuncian deliberadamente a la guitarra, mostrando que se pueden crear climas y atmósferas flamencas con cualquier otro instrumento.
El resultado es un trabajo muy cuidado en las formas, en una propuesta que resulta casi siempre limpia y sencilla, sin alardes técnicos o estéticos. En esa sencillez, formada por acordes casi siempre progresivos y melodías que van marcando el paso, se encuentra una de las principales virtudes del álbum. Y no, no nos va a sorprender, ni nos ofrece una propuesta muy diferente a la que encontramos en muchos de los discos que se encuadran en el flamenco jazz, pero a cambio, es un disco realmente entretenido y disfrutable… especialmente en una Welcome, que cada vez que escuchamos, consigue ponernos de buen humor de inmediato.