Recuperamos, para la sección de «Hemeroteca» de la web, esta breve reseña publicada en el primer número de la revista de Más Jazz en papel en 1998
Redescubrimos alguno de los discos más destacados de la época.
Ricardo Aguilera
El mundo está lleno de manías, y el del jazz -siento decirlo precisamente aquí- no digamos. Uno, que no pasa de aficionado al género, se asombra de ver que en las sesudas enciclopedias de jazz no aparecen la mayoría de los intérpretes con los que disfruta.
Ese poderoso cancionero norteamericano paralelo al jazz, esos standards de toda la vida que tanto alegran el copeo o los lances de la libido, no merecen por parte de los estudiosos más que el silencio, cuando no el desprecio. ¿Qué pasa con toda esa fabulosa música que sonaba en los 50 en lugares tan divertidos como Las Vegas, Atlantic City, Broadway o, si me apuran, Disneylandia?
Bien es cierto que aquellas maniobras de la música llevaban la etiqueta de entertainers, no de artistas, cosa que debe ser mucho más seria. Pero aquellos ‘entretenedores’, aparte de ejercer con eficacia su oficio, estaban creando un cuerpo de canciones cercanas al jazz asimilable a la copla española, que no era flamenco ortodoxo, pero hacía vibrar al personal con sus duquelas de pasión. Los temas que interpreta ban toda esa legión de inmigrantes de segunda generación que nacieron en los EE.UU. -Louis Prima, Eddie Gorme, Vic Damone, Tony Bennett, Peggy Lee, Dean Martin o Sam Butera- estaban pensados para divertir, para poner banda sonora a las borracheras y a los ligues; la filosofía ya la pondríamos nosotros tras las copas.
Este par de discos de la serie Ultra-Lounge son un tesoro de buen rollo, una cascada de sonidos vitales interpretados por gente con ganas de pasarlo bien. Las impecables orquestas están dirigidas por Billy May, Nelson Riddle o Don Costa. Para los más quisquillosos diremos que también aparecen grandes damas como Sarah Vaughan, Lena Home, Dinah Washington o Ella Fitzgerald. Además, con cada disco se adjuntan recetas de cocktails: Blue Blazer, Millionaire, Stinger o el famoso Manhattan. El resto de los nombres no lo busquen en los diccionarios: no figura.