Texto: Leonardo Dondi Jiménez
Shabaka Hutchings, saxofonista y clarinetista de Barbados, componente de la prolífica escena de jazz que se concentra en Londres, ha liderado los proyectos de tres de las bandas más interesantes y enriquecedoras del panorama jazzístico actual. The Comet is Coming es su proyecto más vanguardista. Shabaka And The Ancestors la versión más dilatada y ancestral de los candentes, frenéticos e irrefrenables Sons of Kemet. De algún modo, sus otros proyectos o hipotetizan sobre el futuro o abrazan las raíces de las cosmologías africanas, siendo la formación que nos ocupa –presentándonos su cuarto álbum, el segundo de la mano del sello Impulse!/Universal Music Group – la más centrada en el presente. El titulo, Black To The Future, expresa bastante bien la perdida de ciertos progresos que debiéramos retomar.
El álbum cuenta con un carácter más accesible frente a su anterior Lp My Queen Is A Reptile. En este proyecto el discurso sobre la opresión colectiva hacia los negros cobra protagonismo porque seguramente los tiempos lo requieran. Esto convierte el proyecto en algo mucho menos individualista, menos centrado en el culto al artista y más en la en el afuera que nos atañe. Más al servicio de la comunicación que de la introspección.
Shabaka Hutchings, especializado en la técnica denominada “saxo estúpido”, que quizá entendamos mejor como “saxo borracho” por lo reiterativo (obsesivo) que es con algunas notas en momentos álgidos, tratando de destacar cierta sencillez primaria y/o cierta ingenuidad infantil. Su forma de tocar, sin resultar copiosa, se reconoce en cada una de sus formaciones. La tuba de Theon Cross, por lo aguda que suena y debido a su constancia termina cumpliendo el papel de un contrabajo pero con el carácter más expansivo propio de un viento. La percusión doble la conforman Tom Skinner y Eddie Hick.
El compuesto de géneros es realmente profuso: del sonido de la música afrocaribeña al jazz etíope. La incursión en el jazz modal es significativa: este género se caracteriza por acentuar la gravedad vertical en la armonía frente a la occidental, a saber, por considerar cada sonido como una individualidad armónica rechazando la idea de que todo el conjunto deba ser dirigido hacia un punto de reposo. Este modo de componer que abanderaron músicos como Herbie Hancock y Miles Davis desemboca en un sonido más colorístico, propio de la música impresionista.
En Field Negus, su primer corte, se contrapone la percusión ágil, incesante y distante a una tuba contundente que avanza a trompicones. La rabia que se expresa a través del Freejazz del saxo y el lamento rabioso de Joshua Idehen se puede mascar mientras que la tuba resulta ser templada y armoniosa, como si tratara de encauzar esa ira. El discurso nos habla de la supremacía blanca como una barrera nada despreciable para el desarrollo del imaginario negro e insiste en que es un problema que no se puede dejar en manos de otros que no sean los que lo padecen.
En Pick Up Your Burning Cross se suman dos músicos brillantes de dos colectivos: Moor Mother de Black Quantum Futurism, y Angel Bat Dawis de Black Monument Ensemble. El clarinete de Bat Dawis añade un viento más al constante fraseo al que nos tiene acostumbrada esta agrupación. La tuba hace de contrapunto para el saxo, el clarinete y la batería. El resto de instrumentos dejan que reluzca la flauta de Dawis durante unos segundos antes de retomar la tensión inmersiva. La poeta Moor Mother canta en esta atmósfera la falta de visibilidad del negro imbuido en un mundo blanco. La tuba rema a favor de la percusión doble. Y el saxo genera la arritmia bailonga e inestable. De nuevo la estructura se tensa haciendo que los vientos giman hasta interrumpirse y así generar un claro en el que la estructura de la canción vuelve a tensarse rápidamente.
Think of home se mueve al ritmo de la nostalgia. Una pista templada y expresiva en donde todas las notas parecen cruciales y se dejan degustar. La tuba grave y martilleante genera el escenario sobre el que bailan la percusión y los pegadizos saxos al unísono. El motivo de la canción reluce a veces en ambientes más congestionados por otros instrumentos y, también, en otros más nítidos que le ofrecen un brillo memorable. Esta pista, junto a To Never Forget The Source, nos proporcionan un despliegue más sesudo de su capacidad compositiva haciendo brillar más melodías y armonías.
En Hustle, combina la vivaz e imperturbable tuba con el discurso irreverente e indomable de Kojey Radical y lo coros que comparte con Lianne La Havas cantando el mantra “Nacida en el barro con el ajetreo en mi interior” cuya melodía los vientos a veces imitan y, en otras, combaten, evocando así conceptos cruciales para entender el álbum como son comunidad y diálogo.
El corte más largo del LP, Evision Yourself Levitating se va intensificando gradualmente en los ocho minutos e hipnóticamente nos conduce a esa sensación que aligera el peso del cuerpo. Un instante reservado únicamente para el goce en medio del turbulento ambiente del resto del trabajo que constituye un alivio idóneo en el meridiano del álbum. En For The Culture el clarinete escurridizo hace que los pasos de la tuba se muevan en un ambiente más resbaladizo, mientras que en el delirante comienzo de In Remembrance Of Those Fallen el clarinete es vibrante e inquieto y la tuba reiterativa parece arrastrarse. El saxo de Hutchings trae una de las melodías más cándidas e imponentes del proyecto.
Let The Circle Be Umbroken destaca por un final fascinante en el que se escuchan alaridos humanos junto a la asfixia intermitente del saxo y varios vientos que repiten las mismas notas a la vez generando clima de revelación angustiante. Este bloque de canciones más temblorosas y estrictamente instrumentales culmina con la épica Througth The Madness, Stay Strong que trasmite una energía similar a la de su álbum previo pero con sonidos más desconcertantes.
En Black, la pista final, Joshua reaparece dejando que su poesía abra y culmine el proyecto, esta vez más intensa y agónica. En esta pista su discurso asocia la libertad con el baile. Los ritmos vibrantes, lejos de instalarse herméticamente en los músculos, pretendían dejar danzar también las ideas sin constricciones.
La fórmula de la agrupación es continuista pero se enriquece. El álbum frente a su predecesor gana en elegancia, claridad y solemnidad. También cabe decir que deja de lado parte de su carácter frenético. La segunda mitad es más instrumental y brillante, acercándose a las cotas de intensidad que recuerdan las más largas composiciones de la agrupación gemela Shabaka and The Ancestors. Los vientos extremadamente expresivos intercalados muestran varias vías que asombrosamente terminan desembocando en puerto común. Es en estos momentos conciliadores en los que se capta el ardor al que nos han ido acostumbrando el luto se siente más que en cualquier proyecto anterior. No es sorpresa que se gestase con el auge del movimiento Black Lives Matter y con la asfixia de George Floyd en la conciencia.