E-JAZZ #5: MAUREEN CHOI
Desde muy pequeña, el peso de las expectativas se posó en los hombros de Maureen Choi como frutos desmesurados que otros dejaron de cargar. La música, una vez más, no es lo que se dice de ella.
Desde muy pequeña, el peso de las expectativas se posó en los hombros de Maureen Choi como frutos desmesurados que otros dejaron de cargar. La música, una vez más, no es lo que se dice de ella.
«Los límites del lenguaje» señala Eva Lootz para grabar por veinticuatro minutos y veinticuatro segundos, treinta clases de pájaros del Parque del Retiro
La música puede que sea solamente un recorte en la imaginación del también –¿o sobre todo?– guitarrista de jazz Álvaro del Valle.
El flamenco parece ser un camaleón que no deja de posarse allí donde una nueva textura o paisaje se presenta. Así fue el Concierto de Ángeles Toledano e Israel Fernández.
Petros Kamplanis ofreció en Café Berlín un concierto acústico con Antonio Lizana que destacó por ser una propuesta híbrida y minimalista.
Hanahan es deslumbrante por muchas cosas; el sonido apabullante, producto del conjunto de elementos que participan en su diseño –técnica, embocadura, discurso, o el instrumento mismo–, define y dirige la potencia de un directo que es también un espectáculo.
Porque está todo hecho es que es necesario seguir; sembrar las ramas de los árboles. Investigación, enseñanza, flamenco, jazz, electrónica, mujer, madre.
Román Filiú y su Suite oriental es una hebra de un pensamiento musical que se despoja de los referentes que podrían allanar el camino de su improvisación.
Una intensidad absolutamente cuidada de principio a fin. Las dinámicas son un recurso decisivo toda vez que constituyen una capa expresiva en sí misma
¿qué hace Naíma para que este instrumento, con la historia que le conocemos, y con la cantidad de bateristas de jazz que actualmente se acumulan por el mundo, suene como un artefacto recién llegado a una tienda de música?
La noción de vanguardia de Steve Nelson –el uso explosivo de su autonomía, basada en el conjunto de recursos del jazz– lo convierten en una figura austera, en el lado opuesto de la excentricidad, ahí donde lo imprescindible –su apuesta musical y vital– es apenas perceptible, como regalos enterrados esperando a ser descubiertos.
“Cuando hablamos de estilos, de jazz o de blues o de funk, Martha nos recuerda que esas divisiones absurdas son funcionales a la industria, al algoritmo, o a cualquier sistema que hace de la música un negocio”