Texto: Redacción
Son muchos los proyectos que se apoyan en el jazz —o en alguna de sus muchas variantes— para trabajar nuevos sonidos y explorar nuevos caminos compositivos, es decir, para experimentar. El dúo Varv, compuesto por Andrea Cappi a los teclados y Francesco Mascolo a la batería, trabaja su música desde los sonidos progresivos y electrónicos propios de las décadas de los setenta y ochenta. Esto no quiere decir que sea un nuevo refrito basado en clichés o ideas trilladas, sino que actualizan y revisitan estos para adaptarlos a la sensibilidad contemporánea a través de su propia voz y técnica.
Este álbum, Lowland, es su primer trabajo y se presenta como una alegoría a la relación entre sociedad y tecnología, un canto a la modernidad basado en la repetición, la electrónica, el ruido, un ensayo sonoro sobre la condición humana y la evolución. En algunos de los cortes nos encontramos con invitados como el trompetista Matteo Pontegavelli, que suma su sonido a las muchas capas sonoras a través de las que construyen su música, un acercamiento a la abstracción y el expresionismo que atrapa y sorprende a partes iguales. También es posible encontrar baladas y variaciones de temas en las que se hacen eco diferentes influencias musicales como el indie, el rock o el pop. Los cortes constituyen una serie homogénea en cuanto a sonido e intención, que permite al oyente realizar una escucha continua, profunda y sin interrupciones.
En general, Varv representa una bella curiosidad que aporta su grano de arena al desarrollo de la música contemporánea y arroja luz sobre las nuevas tendencias en la vanguardia jazzística.