El encuentro es un festival de jazz modesto y artesano, en un idílico paraje de La Rioja, que compite en calidad y profesionalidad con los grandes de nuestro país.
Por Ramón García.
Que el jazz esté ya tan arraigado en la pequeña localidad riojana de Munilla es uno de esos milagros que la música nos regala. El esfuerzo de muchos de sus vecinos hace que cada año, desde hace ya dieciséis, este apacible lugar se llene de vida y de magnífica música. Aprovechando uno de los muros de la antiquísima Iglesia de San Miguel como monumental fondo de escenario, sus frescas noches albergan algunos de los conciertos de uno de los más interesantes y peculiares festivales de jazz que nos puede ofrecer el verano en nuestro país: Munijazz. Este año se ha desarrollado entre los días 15 y 17 del mes de agosto, en sus escenarios habituales: uno de los salones del casino de la localidad para los conciertos de la tarde, y la plaza de San Miguel para los eventos nocturnos.
Al primer concierto del jueves 15 de agosto, protagonizado por el dúo Víctor Elías & Jairo Ubiaño, no pudimos llegar a tiempo, pero los comentarios de los asistentes nos dejaron claro que fue un magnífico comienzo de festival, con una propuesta arriesgada – solo teclados y batería – donde la energía y los toques de rock y electrónica se mezclaron de forma excelente con la improvisación.
Sí que presenciamos el primero de los conciertos nocturnos, un tributo al gran e inclasificable Allan Holdsworth, uno de los guitarristas mas injustamente olvidados de la música moderna. Liderados por el excelente guitarrista Álvaro del Valle, el nombre de la banda era ya una declaración de intenciones: In Allan we trust. Ejecutar composiciones Holdsworth no es tarea fácil, pues la simplicidad no estaba en sus planes a la hora de componer, así que el hecho de que los IAWT comenzasen con un tema como Protocosmos me dejó claro que iban en serio. A pesar del alto listón inicial, la energía no decayó y acometieron temas como Texas, el ochentero Letters of Marque, y los mas progresivos Panic Station, Road Games o The Things you see, con el aporte vocal de su teclista invitado, David Sancho, que ejerció también de eficiente maestro de ceremonias. Todo un despliegue de espectaculares y virtuosos solos por parte los cuatro músicos, destacando la poderosa batería de Miguel Benito, que literalmente me dejó sin aliento, y sin olvidar al bajista Dani Pozo, aportando solidez frente a ese vendaval rítmico. Terminaron con The Sixteen Men of Tain y el potente Looking Glass, con Fred como bis, dejándome un excelente sabor de boca en.El segundo concierto en el casino fue protagonizado por Magnolia Blue Quintet, formación liderada por la cantante norteamericana Kate Quinby y el guitarrista Luisvi Jiménez, con Germán Ruiz-Alejos al bajo eléctrico, Adrián Royo en los teclados y Nicolás Mariñán Marín en la batería.
La jornada nocturna del viernes 16 de agosto sí que era una de las más esperadas , presentando al trío suizo MaxMantis, con Lukas Gernet al piano, Rafael Jerjen al contrabajo y Samuel Büttiker en la batería. Nos sorprendieron muy gratamente con su último trabajo discográfico – Green (2018) –, y no defraudó en absoluto su directo. Una propuesta muy ecléctica en la que lo mismo tiraban de lirismo “a lo Evans”, que alternaban con ligeros toques free recordando al mejor Jarrett de los setenta, también con muchas influencias de los primeros Esbjorn Svensson Trio. Interpretaron temas que reunían todas estas características, como el inicial R.J in love, la juguetona Dance of the moth hunters, baladas exquisitamente ejecutadas como Entre le Boeuf – maravilloso solo de Gernet al piano – adaptaciones de tradicionales como Z’ Basel A Mym Rhy o Vo Lozärn Gäge Wäggis Zue, claro homenaje a los E.S.T. en 101 Reasons To Save The World o momentos experimentales como Redback bandits, acabando con Abwärts, una sencilla melodía llena de matices y juegos con la dinámica donde demostraron su gran sentido del groove, dejándo nuevamente un sensacional estado de ánimo para encarar ya la última jornada del festival.
En la tarde del 17 de agosto por fin pudimos asistir al concierto en el casino, en amplio salón como el de tantos pueblos de nuestro país, de ambiente caluroso pero festivo, abarrotado de sillas pero sin un asiento libre y con todo el espectro de edades representado. Al fondo, un trío de jóvenes procedentes de esa estupenda cantera que es Musikene dispuestos a refrescarnos la última tarde del festival con su propuesta. Gravity es el nombre de la formación y de su primer proyecto discográfico, una combinación de sonidos emparentados con el bop mas tradicional pero también mezclados con las tendencias más actuales en cuanto a composición, sonido – tienen desde toques levemente rockeros hasta ligeras aproximaciones al free – e interacción entre ellos.
El repertorio, casi todo cosecha del guitarrista Diego Rodríguez, me recordaba el estilo del joven Metheny de Bright Size Life y dudo mucho que a nadie le amargue el dulce de ser comparado con el de Missouri. Comenzaron con la bella Lápis para introducirnos con suavidad en su universo; en Memoria jugaron mas con la dinámica y apareció ya la buena pegada del argentino Pier Bruera en la batería. Combinaron también con algún standard como el clásico del cool Subconscious-Lee, del maestro Konitz o un par de Monk – Pannonica y Epistrophy – demostrando moverse también con soltura swingueando en un bop mas tradicional.
En el rítmico y rockero Ant´s Blues, donde sin duda mandó el ostinato del contrabajo de Nacho Fombuena, asomaron los sonidos más psicodélicos y atrevidos de la tarde. Cerraron con Astral, otra de sus composiciones y dejándome nuevamente bien satisfecho y preparado para encarar lo que, por desgracia, sería ya el último concierto del Munijazz.
Coincidiendo con el sábado – día de mayor afluencia de público y con la plaza literalmente ‘hasta la bandera’ – llegó la propuesta más comercial y amable de todo el festival, encarnada en la figura de la excelente cantante costarricense Pahola Crowley, presentando su disco Sed de vida, un trabajo tremendamente serio de ‘jazz vocal’ plagado de estupendas composiciones, grandes músicos y una muy buena producción. En la guitarra, composición y arreglos estaba Emmet Crowley, pareja tanto artística como sentimental de Paula, buen instrumentista que, no obstante, cedió protagonismo a sus compañeros de tablas en la noche. Al piano, viejo conocido de los aficionados, el argentino German Kucich realizó un trabajo sobrio con destacados solos puntuales. Una sección rítmica muy engrasada y con muchísimo groove con Ander García al contrabajo y David Fernandez ‘Papa Dave’ en la batería. Por último, aportando el sabor mas latino y, hay que decirlo, los solos más espectaculares, Roberto Pacheco en el trombón y Bobby Martínez al saxo. El repertorio, muy variado, incluía composiciones de Emmet como el enérgico Sed de vida, el multicultural y bluesero Flavio´s groove o el más pausado Pasan las horas. Homenajes musicales a las raíces de Pahola como el inicial A la raíz, el bonito He guardado o la composición Y deja del panameño Ruben Blades. Incluso los ‘fab four’ tuvieron su momento con una particular versión del mccartniano Got to get you into my life. La celebérrima Cucurrucucú Paloma fue la elegida para dar por terminado el concierto, reservando para el bis un alegre y festivo arreglo del Feeling good, con solos para todos y que consiguió exactamente lo que su titulo presagiaba: que nos sintiésemos muy bien tras los tres días de festival que, llegado ese momento, se nos antojó muy corto.
En resumen, excelente en todos los sentidos esta edición del Munijazz – no puedo comparar con las anteriores al ser mi primera asistencia, aunque espero no sea la última – en la que destacaría una excelente elección del cartel de artistas, combinando diferentes propuestas del jazz actual, un fantástico sonido y, por supuesto, una organización impecable – con Jesús Montiel y Domingo ‘Chomín’ Robledo como caras más visibles de ese gran colectivo de voluntarios de Munilla -, sin dejar nada al azar y pendientes en todo momento de que el público asistente pudiese disfrutar de la buena música y el excelente ambiente que se respiraba allí en todo momento.
¿Qué si recomendamos el Munijazz?. Si no ha quedado claro, comenzad de nuevo a leer este artículo.
1 comentario en «XVI Festival de Jazz de Munilla: Munijazz 2019»
El mejor jazz en el mejor entorno posible.